lunes, 1 de febrero de 2016

GÉNESIS. CAPÍTULO 18.

Aparición y promesa

181El Señor se apareció a Abrahán junto al encinar de Mambré, mientras él estaba sentado a la puerta de la tienda, porque apretaba el calor. 2Alzó la vista y vio a tres hombres de pie frente a él. Al verlos, corrió a su encuentro desde la puerta de la tienda 3y prosternándose en tierra dijo:
-Señor, si he alcanzado tu favor, no pases de largo junto a tu siervo. 4Haré que traigan agua para que os lavéis los pies y descanséis bajo el árbol. 5Mientras, ya que pasáis junto a vuestro siervo, traeré un pedazo de pan para que cobréis fuerzas antes de seguir.
Contestaron:
-Bien, haz lo que dices.
6Abrahán entró corriendo en la tienda donde estaba Sara y le dijo:
-Aprisa, veintiún litros de flor de harina, amásalos y haz una hogaza.
7El corrió a la vacada, escogió un ternero hermoso y se lo dio a un criado para que lo guisase enseguida. 8Tomó requeseón, leche, el ternero guisado y se lo sirvió. Él les atendía bajo el árbol mientras ellos comían.
9Después le dijeron:
-¿Dónde está Sara, tu mujer?
Contestó:
-Ahí, en la tienda.
10Y añadió uno:
-Para cuando yo vuelva a verte, en el plazo normal, Sara habrá tenido un hijo.
11Sara lo oyó, detrás de la puerta de la tienda. (Abrahán y Sara eran ancianos, de edad muy avanzada, y Sara ya no tenía sus períodos). 12Sara se rió por lo bajo, pensando:
-"Cuando ya estoy seca, ¿voy a tener placer, con un marido tan viejo?"
13Pero el Señor dijo a Abrahán:
-¿Por qué se ha reído Sara, diciendo: "Cómo que voy a tener un hijo, a mis años"? 14¿Hay algo difícil para Dios? Cuando vuelva a visitarte por esta época, dentro del tiempo de costumbre, Sara habrá tenido un hijo.
15Pero Sara, que estaba asustada, lo negó:
-No me he reído.
Él replicó:
-No lo niegues, te has reído.

Intercesión de Abrahán

16Los hombres se levantaron y dirigieron la mirada a Sodoma; Abrahán los fue a acompañar para despedirlos. 17El Señor se dijo: 
-¿Puedo ocultarle a Abrahán lo que voy a hacer? 18Abrahán llegará a ser un pueblo grande y numeroso; por él serán benditos todos los pueblos de la tierra. 19Lo he escogido para que instruya a sus hijos, a su casa y sucesores, a mantenerse en el camino del Señor, practicando la justicia y el derecho. Así cumplirá el Señor a Abrahán cuanto le ha prometido.
20Después dijo el Señor:
-La denuncia contra Sodoma y Gomorra es seria y su pecado es gravísimo. 21Voy a bajar para averiguar si sus acciones responden realmente a la denuncia.
22Los hombres se volvieron y se dirigieron a Sodoma, mientras el Señor seguía en compañía de Abrahán.
23Entonces Abrahán se acercó y dijo:
-¿De modo que vas a destruir al inocente con el culpable? 24Supongamos que hay en la ciudad cincuenta inocentes, ¿los destruirías en vez de perdonar al lugar en atención a los cincuenta inocentes que hay en él? 25¡Lejos de ti hacer tal cosa! Matar al inocente con el culpable, confundiendo al inocente con el culpable. ¡Lejos de ti! El juez de todo el mundo ¿no hará justicia?
26El Señor respondió:
-Si encuentro en la ciudad de Sodoma cincuenta inocentes, perdonaré a toda la ciudad en atención a ellos.
27Abrahán repuso:
-Me he atrevido a hablar a mi señor, yo que soy polvo y ceniza. 28Supongamos que faltan cinco inocentes para los cincuenta, ¿destruirás por cinco toda la ciudad?
Contestó:
-No la destruiré si encuentro allí los cuarenta y cinco.
29Abrahán insistió:
-Supongamos que se encuentran cuarenta.
Respondió:
-No lo haré en atención a los cuarenta.
30Abrahán siguió:
-Que no se enfade mi señor si insisto. Supongamos que se encuentran treinta.
Respondió:
-No lo haré si encuentro allí treinta.
31Insistió:
-Me he atrevido a hablar a mi señor. Supongamos que se encuentran veinte.
Respondió:
-No la destruiré, en atención a los veinte.
32Abrahán siguió:
-Que no se enfade mi señor si hablo una vez más. Supongamos que se encuentran allí diez.
Respondió:
-En atención a los diez no la destruié.
33Cuando terminó de hablar con Abrahán, el Señor se marchó y Abrahán volvió a su lugar.

Explicación.

18,1 El primer verso es introducción a manera de título.

18,1-15 Dioses que circulan por el mundo en figura humana, para poner a prueba la hospitalidad de los mortales y así premiarlos o castigarlos, son tema literario apreciado y repetido en la antigüedad (léase el episodio de Pablo y Bernabé en Listra, Hch 14). El autor aplica el tema a Abrahán con maestría, pero intenta algo más que entretener o edificar. Para que la prueba funcione es indispensable la ignorancia del protagonista. Abrahán se encuentra primero con tres caminantes que pasan por allí mientras el calor aprieta. Saluda con respeto al que parece ser el jefe y humildemente les ofrece hospitalidad. Cuando ellos hablan, empieza a descorrerse el velo: como premio traen una promesa precisa que corrobora otras anteriores (cosa que no entiende Sara). Después Abrahán se queda a solas con el Señor.

Para el lector no es necesaria la ignorancia. El narrador comienza con "se apareció el Señor", en v.13 lo identifica con Yhwh. Es el personaje principal, los otros dos son escolta angélica. La parte narrativa oscila libremente entre el singular y el plural. En la antigüedad cristiana se especuló con esa terna, hasta imaginarla como aparición de la Trinidad.

18,2 Heb 13,2.

18,3 El texto original decía probablemente "señores míos": el texto actual vocaliza como si se tratara del Señor.

18,6-8 No es un humilde "pedazo de pan", sino un gran banquete. Según costumbre oriental, el que invita sirve y no come (cfr. el banquete de Mt 22,11 par Lc 12,37).

18,10 Rom 9,9.

18,12 La risa de Sara es de incredulidad. El autor sigue jugando con la raíz "reír" del nombre de Isaac. Al narrador le sirve para subrayar la esterilidad de los cónyuges y la fecundidad milagrosa.

18,14 Jr 32,17.

18,16-22 Versos de enlace, no muy coherentes. Podemos imaginar un montaje de cine: Abrahán caminando con los dos personajes de la escolta para despedirlos (16); mientras el Señor ha quedado solo y piensa en voz alta. Al monólogo da tiempo a Abrahán para volver: llega al sitio donde había quedado el huésped, y éste se dirige al anfitrión. Antes de que éste responda y como dándole tiempo para pensar, nos muestra el narrador a los mensajeros camino de Sodoma. Entonces Abrahán se acerca para dialogar con su ilustre huésped.

Lo que sigue hasta entrado el capítulo siguiente adopta un esquema judicial, que explica algunas incoherencias. Al juez ha llegado una denuncia (20); despacha funcionarios a comprobar si es cierta (21-22): sin interrogatorio, el juez va a proceder a la sentencia; pero antes concede la palabra a un defensor (17.23). Al no bastar la defensa, se pasa a la ejecución o condena (cap.19).

18,17 Compárese con Am 3,4-8.

18,18 Gn 12,2.

18,19 El patriarca como padre de la justicia y el derecho, es figura complementaria del "padre por la fe", según Gn 15 y Rom 4.

18,20-21 Aplica el esquema forense del juez que investiga: véase Dt 17,4-5. En otros textos se dice que Dios lo ve todo y no necesita averiguar: Sal 11,4-5; Job 34,24; Prov 15,3; Eclo 16,17-23.

18,23-33 Después del monólogo dramático en voz alta sigue un diálogo en doce movimientos. Caso extraordinario en el estilo bíblico. El diálogo devora la acción. y el diálogo no empuja la acción, pues al final no sucede nada. Abrahán exagera el respeto para disimular la audacia; pero su audacia supone un alto grado de confianza previamente adquirida.

El diálogo discute un problema ético y teológico: la suerte de los individuos en la comunidad y de la comunidad en relación con los individuos. Suponiendo que Dios rige la historia, ¿cuál es su responsabilidad en casos de conflicto? ¿Han de ser castigados justos con pecadores? (cfr. Ez 21,8-9). -No es castigo; o es castigo para unos, desgracia para los inocentes. -Pero sin complicidad en la culpa ¿han de compartir los inocentes la pena? (Ez 21,8s). Para salvar a los inocentes ¿no será justo dejar de castigar a los culpables?

Compárese con las afirmaciones de Ex 34,7 corregida por Dt 7,9s; 24,16. También los textos proféticos de Jr 18,7-10 y Ez 14,12-20.

En el último supuesto, el defensor va bajando el número y se detiene al llegar a diez. ¿Por qué no sigue? Jeremías rebaja hasta uno: 5,1; también Ez 22,30. Lo sumo será que uno pague por todos: Is 53; 1 Pe 2,22-25; 3,18.

18,25 He aquí la gran cuestión de la teodicea. Véase Sab 12,12-18. Que Dios es justo, también como juez, lo afirman muchos textos: Sal 33,5; 99,4; Job 34,10-13; etc. Hay que notar el tono apasionado de la pregunta: Abrahán rompe a hablar en una explosión de indignación ante la posible y colosal injusticia.

En forma de alegato de un defensor en un proceso, Abrahán intercede por su sobrino y, a través de él, por los vecinos de Sodoma.

18,33 Al final no se salva toda la ciudad, pero se salva la familia de Lot. La solución de Dios es distinguir entre justos y pecadores.

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