lunes, 1 de febrero de 2016

GÉNESIS. CAPÍTULO 21.

Nacimiento de Isaac


211Como lo había prometido, el Señor se ocupó de Sara, el Señor realizó con Sara lo que había anunciado. 2Sara concibió y dijo un hijo al viejo Abrahán en la fecha que le había anunciado Dios. 3Al hijo que le había nacido, que había dado a luz Sara, Abrahán lo llamó Isaac. 4Abrahán circuncidó a su hijo Isaac el octavo día, como le había mandado Dios. 5Cien años tenía Abrahán cuando le nació su hijo Isaac. 6Sara comentó:

-El Señor me ha hecho bailar*:
los que se enteren
bailarán conmigo.
7Y añadió:
-¿Quién le habría dicho
a Abrahán
que Sara iba a criar hijos?
¡Pues le he dado un hijo
en su vejez!
8El niño creció y lo destetaron. Abrahán ofreció un gran banquete el día que destetaron a Isaac.
9Pero Sara vio que el hijo que Abrahán había tenido de Hagar la egipcia jugaba con Isaac, 10y dijo a Abrahán:
-Expulsa a esa sierva y a su hijo, pues no heredará el hijo de esa sierva con mi hijo, con Isaac.
11Abrahán se llevó un gran disgusto a causa de su hijo. 12Pero Dios dijo a Abrahán:
13-No te aflijas por el muchacho y por la sierva. En todo lo que te dice hazle caso a Sara. Pues es Isaac quien prolongará tu descendencia. Aunque también del hijo de la sierva sacaré un gran pueblo, pues es descendiente tuyo.
14Abrahán madrugó, tomo pan y un odre de agua, se lo cargó a los hombros de Hagar y la despidió con el niño. Ella se marchó y fue vagando por el desierto de Berseba. 15Cuando se le acabó el agua del odro, colocó al niño debajo de unas matas; 16se apartó y se sentó a solas a la distancia de un tiro de arco, diciéndose: "No puedo ver morir a mi hijo". Y se sentó a distancia. El niño rompió a llorar. 17Dios oyó la voz del niño, y el ángel de Dios llamó a Hagar desde el cilo, preguntándole:
-¿Qué te pasa, Hagar? No temas, que Dios ha oído la voz del niño que está ahí. 18Levántate, toma al niño, estate tranquila por él, porque sacaré de él un gran pueblo.
19Dios le abrió los ojos y divisó un pozo de agua; fue allá, llenó el odre y dio de beber al muchacho, que creció, habitó en el desierto y se hizo un experto arquero; 21vivió en el desierto de Farán, y su madre le buscó una mujer egipcia.


Abrahán y Abimelec (Gn 26,15-25)



22Por aquel tiempo, Abimelec, con Ficol, su capitán, dijo a Abrahán:

23-Dios está contigo en todo lo que haces. Por tanto, júrame por Dios, aquí mismo, que no me engañarás ni a mí ni a mi estirpe ni a mi linaje, y que me tratarás a mí y a esta tierra mía donde resides con la misma lealtad con que yo te he tratado.
24Abrahán respondió:
-Lo juro.
25Pero Abrahán reclamó a Abimelec por el asunto del pozo del que se habían apoderado sus criados.
26Abimelec dijo:
-No sé quién lo habrá hecho; tú no me lo habías dicho y hasta hoy no me había enterado.
27Entonces Abrahán tomó ovejas y vacas, se las dio a Abimelec y los dos hicieron un pacto. 28Pero Abrahán apartó siete ovejas del rebaño.
29Abimelec preguntó a Abrahán:
-¿Qué significan estas siete ovejas que has apartado?
30Respondió:
-Estas siete ovejas que recibes de mi mano son la prueba de que yo cavé este pozo.
31Por eso el lugar se llama Berseba*, porque allí juraron los dos.
32Concluido el pacto en Berseba, Abimelec, con Ficol, su capitán, se volvieron al país filisteo. 33Abrahán plantó un tamarisco en Berseba e invocó el nombre de Señor Dios eterno.
34Abrahán residió en país filisteo muchos años.

Explicación.

21,1-8 Por fin llega el acontecimiento esperado, el nacimiento del heredero, y el autor lo registra con sobriedad. Lo pone bajo el signo del cumplimiento: Dios cumple lo prometido, Abrahán cumple lo mandado.

21,1 Heb 11,11.

21,6 Bailar: lo mismo que reír, de la raíz del nombre de Isaac (como le suena al pueblo); la que se "reía" por incredulidad ahora "baila" de gozo. Los demás deben compartirlo: (cfr. Is 66,10). Las paronomasias que explotan el nombre de Isaac se encuentran en 17,17; 18,12.13, aquí y en 26,8; en clave trágica en 27,34; la de Ismael se lee en 21,17. * = sehoq.

21,8 Suele ser durante el tercer año (cfr. 2 Mac 7,27). Se hace fiesta porque el niño ha superado los peligros de la infancia. Acompaña su hermano Ismael. Al padre le agrada el juego. La madrastra teme que el hijo de la esclava ascienda al rango de heredero a la par de su hijo. Sara descubre la trascendencia de un juego no interesado; no sabe entrar en la fraternidad espontánea, anterior a toda ley, de los dos niños.

Abrahán, que es padre de ambos, que incluso reconoce en Ismael la primicia de su viriliad, sufre un grave disgusto: no hay que turbar los juegos infantiles con cálculos de intereses. Lo extraño es que Dios se ponga de parte de Sara: los celos de la madre convergen con el proyecto de Dios.

Autores antiguos, y algunos modernos, han atribuido a Ismael en el juego una intención perversa, que no está en el texto ni en el contexto. Si Ismael fuera un niño precozmente pervertido, Abrahán no habría llevado tan a mal la petición de Sara. Gal 4,29s sigue una tradición rabínica.

21,9 Gal 4,22-31.

21,13 Gn 19,21.

21,14-21 Es una variante del cap.16. Ismael significa Dios escucha/e: la alusión está indicada, pero no explotada. El niño, como hijo de Abrahán, goza del favor y protección de Dios. Los ismaelitas no desempeñan un papel importante en la historia bíblica.

21,15-18 La escena es de un patetismo sobrio e impresionante. Con tres personajes se plantea y resuelve un drama que se precipita a la tragedia. El personaje Dios no es un deux ex machina, sino un ser compasivo y consolador. El llanto infantil contrasta con el juego de antes y llega al cielo.

21,22-34 Este episodio empalma con el cap.20, en el que Abimelec ofrecía al patriarca un territorio donde establecerse. Para un beduino que posee ganado numeroso un pozo de agua es vital. La narración mezcla la alianza propuesta y aceptada con un litigio sobre derechos de pozos, que conlcuye con un acuerdo pacífico.

21,31 * = El nombre del lugar se puede leer como Pozo del Juramento o Pozo de Siete.

21,32 En términos históricos, durante la época patriarcal los filisteos todavía no se habían asentado en territorio palestino.

21,33 Como árbol sagrado, supliendo o acompañando a un altar; sería el cuarto, después de Siquén, Betel y Hebrón, y se encuentra en el límite meridional habitado.

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