lunes, 1 de febrero de 2016

GÉNESIS. CAPÍTULO 27.

Isaac bendice a Jacob

271Cuando Isaac se hizo viejo y perdió la vista, llamó a Esaú, su hijo mayor, y le dijo:
-¡Hijo mío!
Le contestó:
-Aquí estoy.
2Le dijo:
-Mira, ya estoy viejo y no sé cuándo voy a morir. 3Así que toma tus aparejos, arco y aljaba, y sal a descampado a cazarme alguna pieza. 4Después me la guisas como a mí me gusta y me la traes para que la coma. Pues quiero darte mi bendición antes de morir.
5Rebeca escuchaba lo que Isaac decía a su hijo Esaú. Esaú salió a descampado para cazar y traer alguna pieza. 6Rebeca dijo a su hijo Jacob:
-He oído a tu padre que decía a Esaú tu hermano: 7"Tráeme una pieza y guísamela, que la coma; pues quiero bendecirte en presencia del Señor antes de morir".
8Ahora, hijo mío, obedece mis instrucciones: 9Vete al rebaño, selecciona dos cabritos hermosos y yo se los guisaré a tu padre como a él le gusta. 10Tú se lo llevarás a tu padre para que coma; y así te bendecirá antes de morir.
11Replicó Jacob a Rebeca su madre:
-Sabes que Esaú mi hermano es peludo y yo soy lampiño. 12Si mi padre me palpa y quedo ante él como un embustero, me acarrearé maldición en vez de bendición.
13Su madre le dijo:
-Yo cargo con la maldición, hijo mío. Tú obedece, ve tráemelos.
14Él fue, los escogió y se los trajo a su madre; y su madre los guisó como le gustaba a su padre. 15Rebeca tomó el traje de su hijo mayor Esaú, el traje de fiesta que guardaba en el arcón, y se lo vistió a Jacob, su hijo menor. 16Con la piel de los cabritos le cubrió las manos y la parte lisa del cuello. 17Después puso en manos de su hijo Jacob el guiso que había preparado con el pan.
18Él entró adonde estaba su padre y le dijo:
-Padre mío.
Le contestó.
-Aquí estoy. ¿Quién eres tú, hijo mío?
19Jacob respondió a su padre:
-Yo soy Esaú, tu primogénito. He hecho lo que me mandaste. Incorpórate, siéntate y come de la caza; y después me bendecirás.
20Isaac dijo a su hijo:
-¡Qué prisa te has dado para encontrarla, hijo mío!
Le contestó:
-Es que el Señor tu Dios me la puso al alcance.
21Isaac dijo a Jacob:
-Acércate que te palpe, hijo mío, a ver si eres tú mi hijo Esaú o no.
22Se acercó Jacob a Isaac, su padre, el cual palpándolo dijo:
-La voz es la voz de Jacob, las manos son las manos de Usaú.
23No le reconoció porque sus manos eran peludas como las de su hermano Esaú. Y se dispuso a bendecirlo. Preguntó:
-¿Eres tú mi hijo Esaú?
Contestó: -Lo soy.
25Le dijo:
-Hijo mío, acércame la caza, que coma; y después te bendeciré.
Se la acercó y comió, luego le sirvió vino, y bebió.
26Isaac, su padre, le dijo:
-Acércate y bésame, hijo mío.
27Se acercó y lo besó. Y al oler el aroma del traje, lo bendijo diciendo:
-Mira, el aroma de mi hijo
como aroma de un campo
que ha bendecido el Señor.
28Que Dios te conceda
rocío del cielo
feracidad de la tierra,
abundancia de grano y mosto.
29Que te sirvan los pueblos
y te rindan vasallaje naciones.
Sé señor de tus hermanos
que te rindan vasallaje
los hijos de tu madre.
¡Maldito quien te maldiga,
bendito quien te bendiga!
30Apenas terminó Isaac de bendecir a Jacob, mientras salía Jacob de donde estaba su padre, Esaú volvía de cazar. 31También él hizo un guiso, se lo llevó a su padre y dijo a su padre:
-Incorpórese, padre, y coma de la caza de su hijo; y así me bendecirá.
32Su padre Isaac le preguntó:
-¿Quién eres?
Contestó:
-Soy tu primogénito, Esaú.
33Isaac fue presa de un terror espantoso y dijo:
-Entonces ¿quién es el que fue a cazar y me lo trajo y comí de todo antes de que tú llegaras? Lo he bendecido y será bendecido.
34Al oír Esaú las palabras de su padre, dio un grito atroz, lleno de amargura y pidió a su padre:
-Bendíceme a mí también, padre mío.
35Le contestó: -Ha venido tu hermano con trampas y se ha llevado tu bendición.
36Comentó Esaú:
-Como se llama Jacob, ya me ha hecho trampa dos veces; se llevó mis derechos de primogénito y ahora se ha llevado mi bendición.
Y añadió:
-¿No te queda otra bendición para mí?
37Respondió Isaac a Esaú:
-Mira, lo he nombrado señor tuyo, he declarado siervos suyos  a sus hermanos, le he asegurado el grano y el mosto; ¿qué puedo hacer ya por ti, hijo mío?
38Esaú dijo a su padre:
-¿Es que sólo tienes una bendición, padre mío? Bendíceme también a mí, padre mío.
Y Esaú se echó a llorar ruidosamente. 39Entonces su padre Isaac le dijo:
Sin feracidad de la tierra,
sin rocío del cielo
será tu morada.
40Vivirás de la espada,
sometido a tu hermano.
Pero cuando te rebeles,
sacudirás el yugo del cuello.
41Esaú guardaba rencor a Jacob por la bendición con que lo había bendecido su padre. Esaú se decía:
-Cuando llegue el luto por mi padre, mataré a Jacob mi hermano.
42Le contaron a Rebeca lo que decía su hijo mayor Esaú, mandó llamar a Jacob, el hijo menor y le dijo:
-Mira, Esaú tu hermano piensa vengarse matándote. 43Por tanto, hijo mío, anda, huye a Jarán, a casa de mi hermano Labán.
44Quédate con él una temporada, hasta que se le pase la cólera a tu hermano, 45hasta que se le pase la ira a tu hermano y se olvide de lo que has hecho; entonces te mandaré llamar. Que no quiero perder a mis dos hijos el mismo día.
46Rebeca dijo a Isaac:
-Estas mujeres hititas me hacen la vida imposible. Si también Jacob toma mujeres hititas del país, como éstas, ¿de qué me sirve vivir?

Explicación.

27,1 Otros casos de ceguera: Jacob (Gn 48,10), Elí (1 Sm 3,12, Ajías (1 Re 14,4; lo contrario se dice de Moisés: Dt 34,7).

27,1-17 Isaac mantiene la iniciativa, Esaú la obedece sin rechistar. Rebeca se rebela contra una ley, para imponer su preferencia; acepta la responsabilidad y el riesgo, o está segura del éxito; pero no apela al oráculo de anunciación. Jacob interpone una grave objeción, no contra el plan, sino contra sus peligros; como si no le importara el fraude; tampoco él apela a la compra de los derechos. El traje, guardado en el arcón con plantas aromáticas, es traje festivo, sirve ahora para suplantar la personalidad.

27,1-45 El jeque vencedor de peligros, respetado por otros jefes locales, rico y poderoso en la frontera de Canaán, es ahora un anciano ciego, frágil, sin fuerzas para mantener las riendas de la vida doméstica, asaltado por el pensamiento de la muerte. Confinado en su tienda, se vuelve hacia el futuro para asegurar la sucesión.

El desarrollo del relato es lineal y claro. En 1-17 se plantea el enredo y se fragua el fraude, combinando un saber con una ignorancia; en 1-5 toma la iniciativa Isaac hablando a su hijo Esaú; en 6-17 le arrebata la iniciativa Rebeca, tratando con su favorito, Jacob. Siguen dos escenas paralelas en contraste. La primera, 18-29 es lenta, bien articulada, dominada por la burla: actúan Isaac y Jacob. La segunda, 31-40 (30 es transición) conduce enseguida a la explosión trágica, remediada a medias. El epílogo, 41-45 dice las consecuencias inmediatas del fraude.

El tema es familiar. Un cuadrilátero elemental, de padre, madre y dos hermanos, no es un cuadrado perfecto, porque estaba sometido a fuerzas desiguales: a saber, a una ley consuetudinaria de precedencia y a preferencias afectivas encontradas. El término "hijo" con diversos posesivos se repite 24 veces; otras tantas el término "padre", y otras doce el término "hermano". Una buena declamación sabrá acentuar las diferencias de matiz.

El tema de la bendición es medular. La bendición es aquí acto testamentario, decisivo, irrevocable. Es el bien tranquilamente esperado por Esaú, astutamente codiciado por Jacob. Plantea la comedia, tensa el drama, hace estallar la tragedia: todo en tres páginas. Bendecir y bendición -barek, beraka- suenan 16 veces; consuenan con primogenitura -beroka- y con el nombre de Rebeca. La bendición marca el futuro, pero se consigue con fraude, que también marca el futuro.

El fraude es constitutivo del relato. Desde el punto de vista literario es propio del folclore: el héroe es más débil, pero más listo y triunfa de la fuerza con la astucia. El engaño es como una estratagema bélica sin declaración de guerra. En antagonista vencido o burlado nos regocija. Pero el fraude no se justifica en el texto, pues ni Rebeca ni Jacob apelan al oráculo prenatal ni a la compra de los derechos; mientras que Esaú declara esa compra fraudulenta.

Comedia y tragedia. Para oyentes israelitas el relato está lleno de detalles cómicos o burlescos: Esaú es al tacto un cabrito, el cambiazo en el guiso, el engaño del anciano goloso, la madre escuchando a escondidas. Además, para los israelitas Esaú representa a Edom. Pero la burla se encarniza, taja y desgarra tejidos vitales. El grito de Esaú anega la sonrisa y traga en su vórtice la burla. Ya no suspendemos el juicio ético, porque el dolor, al superar cierto límite, es irremediablemente serio.

El dominio de los sentidos confiere al relato una corporeidad robusta, un realismo vigoroso, de trazos simplificados. Entran en acción y mueven el proceso la vista negada en conflicto con el oído que discierne, el oído certero en contraste con el gusto falaz, el olfato del que brota la bendición y el tacto como remedio insuficiente.

27,2 El recuerdo de la muerte se cierne sobre el relato (2.4.7.10.41) y confiere a la bendición valor testamentario.

27,3-4 Léase Prov 29,17.

27,5 Como Sara (18,11).

27,7 La bendición tendrá carácter ritual, ratificada por el Señor.

27,11 Los dos adjetivos poseen valencia metafórica: hirsuto, áspero, arrebatado; liso, halagador, engañoso.

27,12 La maldición no es menos eficaz que la bendición, como dice Eclo 3,9.

27,18-29 Jacob e Isaac. Se articula en cinco fases: petición (18s); identificación (24); comida (25); beso (26); fórmula de bendición (27-29).

27,27-29 La bendición presenta un texto compuesto. La primera parte es de y para labradores: grano y mosto. La segunda es política: soberano y vasallo. La tercera es de ámbito familiar. La cuarta hace al heredero cauce de bendición. Es curioso que no haya nada para el pastor y el cazador. La combinación de la prosperidad agrícola y el dominio político también se encuentra en otras bendiciones, como las de Judá y José en Gn 49,8-11.22-24; la de José en Dt 33, 12-17.

27,27 Se acerca Jacob difundiendo con el traje fraterno efluvios aromáticos que envuelven al anciano. Isaac no ve, huele e imagina la fragancia de un campo bendecido por Dios; y le brota la bendición.

27,28 "Rocío" que el hombre no desprende ni encauza, don puro del cielo. Job 29,19.

27,29 Sal 4,8; Gn 49,8-10.

27,30 Es importante la simultaneidad que incluye un toque irónico.

27,31-38 El comienzo es repetición con variantes de 18-19a. Isaac no se retracta: ha bendecido "en presencia del Señor" (7); invocando al Señor (27s); repitiendo las palabras del Señor a Abrahán (29s). Supone que Dios ha ratificado la bendición. La insistencia de Esaú es lógica: si en términos de predominio hay sitio para uno solo, en términos de prosperidad no hay monopolio. Además el padre ha de bendecir a cada hijo, como harán Jacob y Moisés (Gn 49 y Dt 33).

27,36 El destino que estaba inscrito en el nombre de Jacob se cumple por segunda vez (Jr 9,3).

27,39-40 El primer verso de esta bendición suena en hebreo igual que la de Jacob, pero asignando valor opuesto a la partícula -min puede ser partitivo y privativo, "de / sin"-. Es lógico que un cazador no necesite inmediatamente esos dones agrarios.

La mención de la espada es ominosa: no es aparejo de cazador (cfr. v.3), sino instrumento de ejecución, emblema de guerra (Sal 45,4).

El anciano patriarca introduce la violencia o la contempla en el futuro de su hijo. Vivir de la espada es matar para vivir o sobrevivir.

27,40 Éx 5,21; 2 Re 8,20s.

27,41 Brota espontáneo el pensamiento de la venganza. Aguardar para matar hasta la muerte del padre, que no se prevé lejana, es idea macabra. Al mismo tiempo traiciona un respeto profundo: la presencia del padre anciano basta para detener el homicidio: la paternidad ampara la fraternidad.

27,42-45 Rebeca descubre horrorizada las consecuencias de su acción: si Esaú mata a Jacob, será reo de homicidio y condenado a muerte. ¿Qué ha conseguido para su hijo favorito? El tiempo curará los sentimientos, pero ella tendrá que sacrificar la presencia de Jacob. Y así se pone en marcha el gran arco o círculo de la huida y la vuelta. Empieza, en lectura estricta, el ciclo de Jacob.

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