lunes, 1 de febrero de 2016

GÉNESIS. CAPÍTULO 32.

Jacob vuelve a Palestina


321Labán se levantó temprano, besó a sus hijos e hijas, los bendijo y se volvió a su lugar. 2Jacob seguía su camino cuando se tropezó con unos mensajeros de Dios. 3Al verlos comentó:

-Es un campamento de Dios.
Y llamó a aquel lugar Majanain*.
4Jacob despachó por delante mensajeros a Esaú, su hermano, al país de Seír, a la campiña de Edom. 5Y les encargó:
-Esto diréis a mi señor Esaú:
"Esto dice tu siervo Jacob: He prolongado hasta ahora mi estancia con Labán. 6Tengo vacas, asnos, ovejas, siervos y siervas; envío este mensaje a mi señor para congraciarme con él".
7Los mensajeros volvieron a Jacob con la noticia:
-Nos acercamos a tu hermano Esaú: Viene a tu encuentro con cuatrocientos hombres.
8Jacob, lleno de miedo y angustia, dividió en dos caravanas su gente, sus ovejas, vacas y camellos, 9calculando: si Esaú ataca una caravana y la destroza, se salvará la otra. 10Jacob oró:
-¡Dios de mi padre Abrahán, Dios de mi padre Isaac! Señor que me has mandado volver a mi tierra nativa para colmarme de beneficios. 11No soy digno de los favores y la lealtad con que has tratado a tu siervo; pues con un bastón atravesé este Jordán y ahora llevo dos caravanas. 12Líbrame del poder de mi hermano, del poder de Esaú, pues tengo miedo que venga y me mate con las madres. 13Tú me has prometido colmarme de beneficios y hacer mi descendencia como la arena incontable del mar.
14Pasó allí la noche. Después, de lo que tenía a mano escogió presentes para su hermano Esaú: 15doscientas cabras y veinte machos, doscientas corderas y veinte carneros, 16treinta camellas de leche con sus crías, cuarenta vacas y diez novillos, veinte borricas y diez asnos. 17Los dividió en rebaños que confió a sus criados encargándoles:
-Id por delante, dejando un trecho entre cada dos rebaños.
18Dio instrucciones al primero:
-Cuando te alcance mi hermano Esaú y te pregunte de quién eres, a dónde vas, para quién es eso que conduces, 19le responderás: "De parte de tu siervo Jacob, un presente que envía a su señor Esaú. Él viene detrás".
20Las mismas instrucciones dio al segundo y al tercero y a todos los que guiaban los rebaños:
-Esto diréis a Esaú cuando lo encontréis. 21Y añadiréis: "Mira, tu siervo Jacob viene detrás".
Pues se decía: lo aplacaré con los presentes que van por delante. Después me presentaré a él: quizá me reciba bien.
22Los regalos pasaron delante; él se quedó aquella noche en el campamento. 23Todavía de noche se levantó, tomó a las dos mujeres, las dos criadas y los once hijos y cruzó el vado del Yaboc. 24A ellos y a cuanto tenía los hizo pasar el río. 25Y se quedó Jacob solo.
26Un hombre peleó con él hasta despuntar la aurora. Viendo que no le podía, le golpeó la cavidad del muslo; y se le quedó tiesa a Jacob la cavidad del muslo mientras peleaba con él.
27Dijo:
-Suéltame, que despunta la aurora.
Respondió:
-No te suelto si no me bendices.
28Le dijo:
-¿Cómo te llamas?
Contestó:
-Jacob.
29Repuso:
-Ya no te llamarás Jacob, sino Israel, pues has luchado con dioses y hombres y has podido.
30Jacob a su vez le preguntó:
-Dime tu nombre.
Contestó:
-¿Por qué preguntas por mi nombre?
Y lo bendijo allí.
31Jacob llamó al lugar Penuel*, diciendo:
-He visto a Dios cara a cara, y he salido vivo.
32Salía el sol cuando atravesaba Penuel; y marchaba cojeando 33(por eso los israelitas no comen el tendón del músculo de la cavidad del muslo, hasta hoy; porque Jacob fue herido en la cavidad del muslo, en el tendón del músculo).


Explicación.



32 Camino de vuelta. Jacob. Jacob tiene que proseguir su marcha porque lo reclama el Dios de Betel. Pero el camino de la cita pasa por el territorio controlado por Esaú, zona peligrosa. Seguir es exponerse a un peligro mortal; no seguir es faltar a la cita con Dios, (recordada en 31,3.11.13.16).


Jacob tiene que exorcizar su pasado: el próximo y el remoto. Sus trampas y fraudes al hermano y al padre, con la complicidad de la madre. También su petulancia y artimañas en casa del tío. El camino hacia la cita pasa por la reconciliación con su hermano. El lenguaje está muy cuidado en la elección y repetición de palabras conductoras: "hermano, bendición, servir, postrarse". A la reconciliación, hacia la cual gravitan estos capítulos, colaboran la ayuda de Dios desde arriba y la prudencia calculadora del hombre.

El itinerario de Jacob es semejante al del Éxodo: salida cargado de riquezas, persecución, paso de un río, aparición divina, victoria sobre los enemigos, llegada a la tierra. El proceso narrativo es lineal, con una interrupción importante.

El esquema es el siguiente:

32,1-3 Mensajeros de Dios: campamentos.

32,4-7 Mensajeros de Esaú.

32,8-13 División de la caravana; oración.

32,14-24 Regalos para Esaú.

32,25-33 Pelea nocturna.

33,1-17 Encuentro y reconciliación.

32,2-3 Caminando en dirección levante a poniente y norte a sur, Jacob ha llegado a Galaad, delimitada al sur por el torrente Yaboc. El episodio es explicación etiológica de un topónimo. El sentido no es claro: esos mensajeros son quizá funcionarios de un santuario local dentro de un campamento (compárese con la descripción del Éxodo).

32,3 * = Los Castros.

32,4-23 El plan de Jacob incluye varias medidas tácticas:

a) Actitud humilde: se llama siervo, lo llama señor, se postra ante él (invirtiendo oráculo y bendición: "servir y postrarse" 25,23; 27,29);

b) Regalos generosos, para que Esaú participe de su prosperidad;

c) Reconocimiento mutuo de la riqueza y dignidad;

d) Por si acaso, Jacob va escalonando los presentes, para ir ablandando al hermano, y reparte su gente en dos grupos.

El término "hermano" suena siete veces en esta escena.

Ejecución del plan. Primero un mensaje de tanteo (4-7): menciona sus riquezas y declara su intención pacífica. El informe de los mensajeros es alarmante: cuatrocientos hombres es una fuerza temible (cfr. los trescientos diez y ocho de Gn 14,14). El resultado es el pánico, que Jacob supera con la oración, atrevida y confiada (8-9.10-13): en realidad es Dios quien se ha comprometido con promesas y beneficios precedentes, y ahora no puede desentenderse (cfr. Sal 138,8).

32,12 Os 10,14.

32,21-22 Oímos a Jacob pensando en voz alta. Destaca este verso por la repetición quíntuple en hebreo del término panim. Una traducción literal sonaría así: "aplacaré su rostro cono los dones que van ante mi rostro, después veré su rostro; quizá me alce el rostro. Y envió los dones ante su rostro". El sonido provocará resonancias.

32,23-24 Aprovecha la noche para hacer pasar el vado a sus numerosos rebaños; él dirige la operación. Cuando termina la operación y podría tumbarse a descansar lo poco que queda de la noche, sobreviene un incidente imprevisto, el asalto de un desconocido valiéndose de la última oscuridad.

32,23-25 El paso del torrente es el paso decisivo: Jacob se adentra, se arriesga en territorio controlado por su hermano. Es un acto valeroso, de confianza en el Dios de Betel.

32,25-33 Es un relato capital y difícil. En la primera lectura hay que dejarse impresionar por el tono misterioso, el enunciado escueto, las correspondencias, los silencios. Pelean los dos: uno vence, pero sale marcado (motivo de folclore). Se preguntan mutuamente los nombres: uno le dice y se lo cambian, el otro se lo calla, pero bendice. Varios nombres se van explicando: el lugar Yaboc consuena con Jacob y con ye´abeq = pelear; Israel significa luchar con Dios, Penuel es rostro de Dios. Empieza en la oscuridad, avanza la aurora, al final es de día. Creo que el autor ha despojado su relato porque no buscaba la claridad plena para un encuentro misterioso (como los de Moisés y Elías, Ex 33-34 y 1 Re 19). El autor quiere esbozar el encuentro de su personaje con Dios. Quiere decir sin propasarse, quiere revelar velando. Le da la forma de una pelea cuerpo a cuerpo y un diálogo entrecortado.

En tiempos y culturas antiguas la pelea puede tomar formas míticas o legendarias: el dios tiene figura humana, el héroe tiene proporciones y fuerzas gigantescas; el dios está limitado al tiempo de las tinieblas; el hombre lo vence con una artimaña y le arranca una concesión. En una religión más exigente es quizá Dios quien doblega al hombre, aunque se deja retener por él; Dios mismo provoca al hombre a la pelea, a la búsqueda insatisfecha, al esfuerzo tenaz, para bendecirlo al final. En una religiosidad más depurada la pelea es por el nombre: el auténtico y limpio, no el gastado y vaciado por el uso y el abuso humanos. Y hay que quedarse a solas y pelear de nuevo con el ser misterioso, para escuchar su nombre, fresco, recién pronunciado, por él mismo. Esta vez Dios bendice y calla su nombre. Pero haber oído su palabra, haber sentido su contacto es ya descubrimiento de su presencia. De la lucha sale el hombre cojeando, el pobre peregrino hacia la tierra prometida.

32,26 El personaje se llama ís = hombre, individuo. Tiene forma humana, apreciable al duro tacto en la oscuridad, tiene voz humana. No se identifica. Es llamativa la ausencia de sujetos identificados en el diálogo, contra la costumbre hebrea. Al final Jacob identifica al personaje ya desaparecido: era Dios. Ex 33, 18-23 + 34,6-8; 1 Re 19,11-13; Job 42,5.

32,27 Es frecuente en el folclore que el rayar del alba rompa el encanto o deje impotente al personaje sobrehumano.

32,29 El cambio de nombre se basa en una etimología popular. Será destino de Israel en la historia -de todo hombre- luchar con Dios. A ello alude el "israelita sin dolo" de Jn 1,43-45.

Hay que escuchar la resonancia de "rostro" o cara en el final. Puede compararse este relato con Jue 13,16-18. A esta escena parece aludir Heb 5,7 a través de Os 12,5.

32,30 Jue 13,16-18.

32,31 * = Rostro de Dios. Dt 34,10.

No hay comentarios:

Publicar un comentario