lunes, 1 de febrero de 2016

GÉNESIS. CAPÍTULO 37.

CICLO PATRIARCAL: JOSÉ

Sueños de José (Eclo 34,1-8)

371Jacob se estableció en el país cananeo, la tierra donde había residido su padre.
2Esta es la historia de Jacob. José tenía diecisiete años y pastoreaba con sus hermanos. Ayudaba a los hijos de Bilha y Zilpa, mujeres de su padre, y trajo malos informes de sus hermanos a su padre. 3Israel prefería a José entre sus hijos, porque le había nacido en edad avanzada, y le hizo una túnica con mangas. 4Sus hermanos, al ver que su padre lo prefería entre los hermanos, le tomaron rencor y hasta le negaban el saludo.
5José tuvo un sueño y se lo contó a sus hermanos, con lo cual a ellos les aumentó el rencor. 6Les dijo:
-Escuchad lo que he soñado. 7Estábamos atando gavillas en el campo, cuando mi gavilla se alzó y se tenía en pie mientras vuestras gavillas, en torno, se postraban ante mi gavilla.
8Le contestaron sus hermanos:
-¿Vas a ser tú nuestro rey? ¿Vas a ser tú nuestro Señor?
Y les crecía el rencor por los sueños que les contaba. 9José tuvo otro sueño y se lo contó a sus hermanos:
-He tenido otro sueño: El Sol y la luna y once estrellas se postraban ante mí.
10Cuando se lo contó a su padre y a sus hermanos, su padre le reprendió:
11-¿Qué es eso que has soñado? ¿Es que yo y tu madre y tus hermanos vamos a postrarnos por tierra ante ti?
12Sus hermanos le tenían envidia, pero su padre se guardó el asunto.
13Sus hermanos se trasladaron a Siquén a apacentar el rebaño de su padre.
Israel dijo a José:
-Tus hermanos se encuentran pastoreando en Siquén. Quiero enviarte allá.
Contestó él:
-Aquí me tienes.
14Le dijo:
-Vete a ver qué tal están tus hermanos y qué tal el rebaño y tráeme noticias.
15Así lo envió desde el valle de Hebrón y él se dirigió a Siquén.
16Un hombre lo encontró perdido por el campo y le preguntó qué buscaba; él dijo:
-Busco a mis hermanos; te ruego que me digas dónde pastorean.
17El hombre le contestó:
-Se han marchado de aquí; les oí decir que iban hacia Dotán.
José fue tras sus hermanos y los encontró en Dotán. 18Cuando ellos lo vieron venir a lo lejos, antes de que se acercara tramaron su muerte. 19Y comentaban:
-¡Ahí viene ese soñador! 20Vamos a matarlo y echarlo en un aljibe; después diremos que lo ha devorado una fiera, y veremos en qué paran sus sueños.
21Cuando lo oyó Rubén, intentando librarlo de sus manos, les dijo:
-No cometamos un homicidio.
22Y añadió Rubén:
-No derraméis sangre; echadlo en este aljibe, aquí en la estepa y no pongáis las manos sobre él.
Era para librarlo de sus manos y devolverlo a su padre.

José vendido

23Cuando llegó José a donde estaban sus hermanos, ellos le quitaron la túnica con mangas que llevaba, 24lo agarraron y echaron en un aljibe; era un aljibe vacío, sin agua. 25Después se sentaron a comer. Levantando la vista vieron una caravana de ismaelitas que transportaban en camellos goma de tragacanto, bálsamo y resina de Galaad a Egipto. 26Judá propuso a sus hermanos:
-¿Qué ganamos con matar a nuestro hermano y echar tierra sobre su sangre? 27Vamos a venderlo a los ismaelitas y no pongamos las manos sobre él; que al fin es hermano nuestro, de nuestra carne y sangre.
Los hermanos aceptaron. 28Al pasar unos mercaderes madianitas, tiraron de su hermano, lo sacaron del aljibe y vendieron a José a los ismaelitas por veinte pesos de plata. Estos se llevaron a José a Egipto. 29Entre tanto Rubén volvió al aljibe, y al que que José no estaba en el aljibe, se rasgó las vestiduras, 30volvió a sus hermanos y les dijo:
-El muchacho no está; y yo ¿a dónde voy yo ahora?
31Ellos tomaron la túnica de José, degollaron un cabrito, empaparon en sangre la túnica y 32enviaron la túnica con manchas a su padre con este recado:
-Esto hemos encontrado; mira a ver si es la túnica de tu hijo o no.
33Él, al reconocerla dijo:
-¡Es la túnica de mi hijo! Una fiera lo ha devorado, ha descuartizado a José.
34Jacob se rasgó las vestiduras, se ciñó el sayal e hizo luto por su hijo muchos días. 35Vinieron todos sus hijos e hijas para consolarlo. Pero él rehusó el consuelo diciendo:
-Bajaré a la tumba haciendo duelo por mi hijo.
Su padre lo lloró. 36Y los madianitas lo vendieron en Egipto a Putifar, ministro y jefe de la guardia del Faraón.

Explicación.

Ciclo de José

Con la palabra "historia" nos referimos al relato, no afirmamos su historicidad. Es un texto que ha impresionado, probablemente por la relativa sencillez narrativa, que no excluye cierto enredo de la trama y una emotividad que ondula de lo patético a lo tierno. Nuevas lecturas y análisis descubren en el texto una gran riqueza de valores humanos permanentes.

Comparado con otros relatos del Génesis, el último es largo y complejo; comparado con obras posteriores de nuestra literatura occidental, es simple ingenuo. Ahora bien, un relato sencillo y bien llevado puede atraer a espíritus sencillos por sintonía, pero también atrae a espíritus refinados, que sienten revivir provisoriamente su niñez soterrada.

La historia de José es un argumento que se desenvuelve por su lógica interior, no por ensamblaje de episodios como la de Jacob. El protagonista tiene algo de figura ideal, ejemplar, en la prueba y la exaltación. El escenario tiene un razonable color local, que puede ser de segunda mano. Muchos de los motivos literarios entretejidos son comunes a otras culturas: la seductora despreciada que se venga, el hermano menor que se impone, el sueño que se cumple de modo inesperado, el inocente encarcelado reivindicado y triunfante. La intervención de Dios es discreta y eficaz.

Algunas técnicas narrativas sobresalientes: la duplicación de escenas y situaciones, la presencia de motivos conductores -el padre, el pecado recordado, los sueños-; el ocultamiento y reconocimiento (anagnorisis); la ironía dramática obtenida por la ignorancia de algún personaje y el saber compartido de narrador o personaje y lector.

37,1-2 Dice que "es la historia de Jacob", e inmediatamente comienza a hablar de José. Es verdad que Jacob sigue vivo y actuando casi hasta el final del libro; pero el protagonista indiscutido es ya el hijo. Es una especie de recadero de los hermanos, que continúan corporativamente el oficio paterno. Es además un informador, un espía molesto. "Malos informes": en otros casos la palabra significa rumor o difamación (Prov 10,18; 25,10).

37,3 La preferencia paterna, quizá por ser hijo de Raquel, se manifiesta ostentosamente, en un vestido diverso y principesco (2 Sm 13,18s). Pero la razón que aduce el narrador valdría más para Benjamín. Compárese con las preferencias de Dios por Abel, las preferencias repartidas por Esaú y Jacob.

37,4 A la larga, la preferencia se vuelve irritante, odiosa. La palabra "hermano" se repite veintiuna (3 * 7) veces en el capítulo.

37,5-7 Los sueños contados no son juego infantil. En aquella cultura podían ser oraculares; nosotros sabemos que pueden expresar oblicuamente deseos ocultos (cfr. Eclo 34,1-8) sobre la ambigüedad de los sueños). El narrador no dice que provengan de Dios. El primer sueño, de ambiente agrícola, anula la igualdad de los hermanos: ¿es presagio o presunción? Las gavillas se colocan en pie, apoyadas mutuamente, formando una pirámide efímera. Lo que sueña José tiene algo de cromlech vegetal, con once gavillas "postradas" (no caídas).

37,7 Gn 27,29.

37,8 Un rey no es propio de la cultura pastoril de seminómadas, refleja intereses o preocupaciones posteriores; es propio de Edom-Seír (36,31). Véase el episodio de Abimélec en Jue 9.

37,9 El segundo sueño salta del mundo agrícola a la esfera estelar: algo de astrología destilada en un sueño. La creencia de que pueblos y jefes tengan en el cielo una constelación que marca su destino parece implicada en los oráculos de Balaán (Nm 24,17 corrigiendo la vocalización). Recuérdese la señal celeste de Ap 12.

37,10-12 El padre comprende el sentido y reprende al hijo: ¿por haberlo soñado o por haberlo contado? La pregunta admite el tono que pide respuesta negativa y el tono dubitativo de "quién sabe". No es justo que el padre se someta al hijo (cfr. Eclo 33,20-24; Mt 22, 41-45 par). En cuanto a "tu madre", ¿no había muerto ya? Con todo, Jacob no se cierra, sigue ponderando el asunto.

37,13-17 Intermedio narrativo, que retrasa y aporta nueva información. José atraviesa gran parte del territorio de Israel.

37,13 cfr. 1 Sm 17,17-19.

37,18-20 Los hermanos mezclan el desprecio al miedo, o disimulan con la burla el temor. Condecoran a José con un mote: el soñador, "don Sueños". El mundo enigmático de los sueños, las evoluciones de los astros, las leyes del destino, ¿quién puede comprenderlos y controlarlos? Eliminando el sujeto, dejará de cumplirse el sueño, y ellos no serán vasallos o siervos. La frase final "veremos en qué paran sus sueños" se carga de ironía dramática: en un tono lo pronuncian los hermanos, en otro lo medita el padre, con otra curiosidad lo escucha el lector.

37,18 Jr 11,21.

37,21-22 Emparejados a los versos 26-27 parecen duplicado, con cambio de sujeto o circunstancia: Rubén / Judá; caravana ismaelita / mercaderes madianitas; no derraméis sangre / ¿qué sacamos con matarlo? El narrador trenza dos hilos en un montaje de sucesión. Pero también puede deberse a la técnica de duplicar escenas haciendo avanzar el relato. Rubén, como primogénito, es responsable ante el padre (es guardián de su hermano): logra evitar de momento el fratricidio. Es enfática la acumulación de sinónimos de matar.

37,22 Jr 38,6.

37,23-25 Suenan varios motivos conductores: la túnica de José, el pan de la comida, quizá el aljibe como calabozo. Un día les faltará pan y tendrán que bajar a comprarlo a Egipto; ahora falta en la comida de José, un día serán ellos comensales ignorantes de José.

37,28 Vendido como esclavo el que soñaba en ser rey: ¿qué mejor venganza? Y con las manos limpias de sangre. Se acabaron los sueños y la pesadilla.

37,29-30 Rubén se ha disociado del delito, pero sigue siendo responsable ante el padre. Judá lo ha salvado de la muerte por medio de la esclavitud: queda obligado a rescatarlo (cap. 45).

37,31-32 Se repite el esquema del cap.27: el hijo engaña al padre anciano empleando un vestido. Suenan en hebreo las palabras seir = cabrito y dam = sangre, que recuerdan a Seír y Edom. El cabrito ha sustituido con su sangre la de José. El engaño es como una venganza por la preferencia.

37,34-36 Que los hijos intenten consolarlo suena a burla cruel. Sobre el duelo aconseja Eclo 38,16-23: Jacob excede la medida.

Termina el capítulo con un balance trágico. Un padre engañado por una mentira creída que lo consume, sin más perspectiva que la muerte. Un grupo de hermanos con la conciencia de la traición y el engaño. No pueden dar esperanzas al padre porque ellos esperan lo contrario. Unidos por un secreto que los separa del padre: la confianza no pude ser plena. Tampoco entre ellos están perfectamente unidos, pues Rubén y Judá se han disociado. ¿Se puede decir que existe todavía una familia patriarcal? ¿Podrá volver a existir? 



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