lunes, 1 de febrero de 2016

GÉNESIS. CAPÍTULO 38.

Judá y Tamar (Dt 25,5-10; Mt 22,24; Rut)


381Por aquel tiempo Judá se apartó de sus hermanos y se fue a vivir con un tal Jira, adulamita. 2Judá vio allí una mujer cananea, llamada Sua. La tomó por esposa y tuvo relaciones con ella. 3Ella concibió y dio a luz un hijo y lo llamó Er; 4volvió a concebir y dio a un un hijo y lo llamó Onán; 5de nuevo dio a luz un hijo y lo llamó Sela, estaba en Cazib cuando dio a luz.

6Judá  le procuró una mujer llamada Tamar a su primogénito Er.
7Pero Er, el primogénito de Judá, desagradaba al Señor y el Señor lo hizo morir. 8Judá dijo a Onan:
-Toma la mujer de tu hermano, según tu obligación de cuñado, y procúrale descendencia a tu hermano.
9Pero Onán, sabiendo que la descendencia no iba a ser suya, cuando se acostaba con la mujer de su hermano, derramaba por tierra para no procurarle descendencia a su hermano. 10El Señor reprobó lo que hacía y también a él lo hizo morir. 11Judá dijo a Tamar, su nuera:
-Vive como viuda en casa de tu padre hasta que crezca mi hijo Sela.
Pues temía que muriera también él como sus hermanos. Tamar se fue y habitó en casa de su padre.
12Pasado bastante tiempo, murió la mujer de Judá, Sua. Terminado el luto, Judá subió, con su socio adulamita, a Timná, donde estaban los esquiladores.
13Avisaron a Tamar:
-Tu suegro está subiendo a Timná a esquilar.
14Ella se quitó el traje de viuda, se cubrió con un velo disfrazándose y se sentó junto a Enaim*, en el camino de Timná; pues veía que Sela había crecido y no la tomaba por esposa. 15Al verla Judá creyó que era una prostituta, pues se cubría la cara. 16Se acercó a ella por el camino y le propuso:
-Venga, que me acuesto contigo.
Pues no sabía que era su nuera. Respondió ella:
-¿Qué me das por acostarte conmigo?
17Contestó:
-Yo te enviaré un cabrito del rebaño.
Replicó ella:
-Si me dejas una prenda hasta enviármelo.
18Le preguntó:
-¿Qué prenda quieres que te deje?
Contestó:
-El anillo del sello con la cinta y el bastón que llevas.
Se los dio, se acostó con ella y ella quedó embarazada. 19Se levantó, se fue, se quitó el velo y se vistió el traje de viuda.
20Judá le envió el cabrito por medio de su socio adulamita para retirar la prenda a la mujer; pero éste no la encontró. 21Preguntó a unos hombres del lugar:
-¿Dónde está la ramera, la que se ponía en Enaim junto al camino?
Le contestaron:
-Aquí no había ninguna ramera.
22Se volvió a Judá y le informó:
-No la he encontrado, y unos hombres del lugar me han dicho que allí no había ninguna ramera.
23Judá replicó:
-Que se quede con ello, no se vayan a burlar de nosotros. Yo le he enviado el cabrito y tú no la has encontrado.
24Pasados tres meses le informaron a Judá:
-Tu nuera Tamar se ha prostituido y ha quedado embarazada.
Ordenó Judá:
-Que la saquen y la quemen.
25Mientras la conducían, envió un recado a su suegro:
-El dueño de estos objetos me ha dejado embarazada. A ver si reconoces de quién son el anillo del sello con la cinta y el bastón.
26Los reconoció Judá y dijo:
-Ella es inocente y no yo, porque no le he dado a mi hijo Sela.
Y no volvió a tener relaciones con ella.
27Cuando llegó el parto, tenía mellizos. 28Al dar a luz, uno sacó una mano, la comadrona se la agarró y le ató a la muñeca una cinta roja, diciendo:
-Este salió el primero.
29Pero él retiró la mano y salió su hermano. Ella comentó:
-¡Buena brecha te has abierto!
Y lo llamó Fares. 30Después salió su hermano, el de la cinta roja a la muñeca, y ella lo llamó Zéraj.


Explicación.



38 Apenas comenzado el ciclo narrativo de José, se interrumpe con este relato sobre la descendencia de Judá. ¿Por qué este texto aquí? Atendiendo al tamaño, se diría que José es el sucesor de Jacob en la línea patriarcal, y 1 Cr 5,1-2 parece corroborarlo. Pero Judá es el antepasado de David, y éso debe constar: con esa interrupción; y con el libro de Rut detrás de Jueces.


Así piensa una tradición rabínica: "Antes de la esclavitud (Egipto) nace el redentor". Se puede aducir otra razón más pedestre: un relato se retrasa y el correlativo se adelanta para un efecto de enganche o engranaje narrativo. Por lo demás, las bendiciones del cap.49 conceden máximo espacio a Judá y a José.

El episodio de Tamar es una historia bien contada. Un planteamiento preciso expone los datos de la situación jurídica: derechos negados, deberes quebrantados. De donde surge el engaño urdido con éxito por Tamar, en el cual queda comprometido Judá. Tamar aparece como culpable; pero un nuevo ardid traslada la culpa a Judá y ella se salva. Es feliz la fusión  del sentido burlesco con el dramatismo. Porque el relato discurre en el filo de la vida y la muerte: dos hermanos muertos y en peligro el tercero; la mujer portadora de vida condenada a muerte. Y la burla resolviendo la situación para que el drama no acabe en tragedia. La vida triunfa en los dos mellizos.

38,1-11 Es un caso de la ley llamada del levirato (levir = cuñado); está formulada en Dt 25,5-6 y se aplica en la historia de Rut; aluden a ella los saduceos según Mt 22,23-33. Es una ley humanitaria a favor del difunto, para que su nombre no se extinga, y de la viuda, para que no quede sin hogar. La mujer de Judá es cananea, pero por el matrimonio se incorpora al clan israelita (cfr. Ez 16,3); probablemente también la nuera es cananea.

El narrador no especifica  el delito del mayor. El pecado del segundo, Onan -aunque haya dado nombre a un vicio- es en rigor un pecado de injusticia contra la viuda, de falta de solidaridad con el hermano difunto. Se niega a la vida, rehúsa la existencia a un ser que está esperando, es decir, que es esperado y podría vivir. Muerto el segundo, le toca al tercero: apenas un muchacho, todavía promesa. Pero el padre ve cernerse sobre él un peligro de muerte: ¿deberá exponerlo para prolongar el apellido del mayor? ¿O deberá reservarlo para prolongar su estirpe?

Y Tamar ¿no cuenta? Muerto el segundo y al no recibir el tercero, podría retornar a su pueblo y casarse allí. Decide quedarse en el clan hebreo y reclamar allí su derecho. La despide Judá de modo cruel: por una parte la retiene, por otra parte no la mantiene; la entretiene con una promesa que no piensa cumplir. Pero Tamar no se deja consumir en la amargura (cfr. 30,1; 2 Sm 14,7).

38,9 2 Sm 14,7.

38,11 Rut 1,11-13; Tob 3,7.

38,12 1 Sm 25,2-8.

38,12-23 Decide, pues, actuar: pera reivindicar su derecho y atendiendo al clamor de la vida. Como si en su vientre sintiera el molde vacío que no se llenó de una vida nueva. No puede por la fuerza, sí por la astucia. Judá entre tanto ha quedado viudo y ella no enredará con el engaño y la clandestinidad; con un placer o desahogo efímero trabará firmemente al culpable, burlará al suegro.

Aquí la ironía de la situación. Judá cree pagar un servicio profesional, cuando realmente está pagando una deuda capital. Cree dejar unas prendas personales recuperables, cuando está dejando una prenda mucho más personal. Pues ¿dónde se graba el sello personal más que en un hijo? Con qué inocencia ignorante solicita sus servicios. Con qué tranquilidad deja en prensa su bastón y su anillo de sellar.

El narrador quiere que todo salga bien a la primera. Y ya está palpitando una criatura, ¿una? de la estirpe de Judá. Porque el padre ha prestado sin saberlo los servicios del tercer hijo. Para ella esperar ahora es distinto, porque es crecer por dentro y desde dentro. Tamar puede envanecerse de su astucia, regocijarse por el desquite; y saborear el gusto de la maternidad. La burla se prolonga hasta que la maternidad se hace patente.

38,14 * = Dosfuentes. Os 4,13; Prov 7,10.

38,16 Gn 34,31.

38,18 Jr 22,24.

38,24-26 Legalmente Tamar está desposada con Sela, a quien debe fidelidad. Se ha prostituido, ha cometido adulterio, el hijo que lleva es ilegítimo. Tiene pena de muerte y toca al padre de familia sentenciar y ordenar la ejecución. El narrador se concede el placer de retrasar el desenlace hasta el último momento: cuando es conducida al suplicio. Entonces apela al juez: que reconozca esas prendas y por ellas la paternidad. Al reconocer las prendas, Judá anula la sentencia. Él es el culpable. Su delito ha sido cohibir la vida, como si tuviera autoridad para darla o negarla (cfr. Gn 30,2).

Judá se había encerrado en su afán de seguridad, cuando la vida continúa en el riesgo. Se ha empeñado en conservar la vida guardándola, cuando la vida se salva dándose, comunicándose. Paradójicamente, la nuera lo ha salvado y le dará descendencia duplicada. Rut 4,12 menciona con loa a Tamar; figura también en la genealogía del Mesías, Mt 1,3.

38,26 1 Sm 24,18.

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