lunes, 1 de febrero de 2016

GÉNESIS. CAPÍTULO 47.

Jacob en Egipto

471José fue a informar al Faraón:
-Mi padre y mis hermanos, con sus ovejas y vacas y todas sus posesiones, han venido de Canaán y se encuentra en Gosén.
2Entre sus hermanos, escogió cinco, y se los presentó al Faraón.
3El Faraón les preguntó:
-¿Cuál es vuestra ocupación?
Respondieron:
-Tus siervos son pastores de ovejas, lo mismo nosotros que nuestros padres.
4Y añadieron:
-Hemos venido a residir en esta tierra, porque en Canaán aprieta el hambre y no hay pastos para los rebaños de tus siervos; permite a tus siervos establecerse en Gosén.
5El Faraón dijo a José:
6b-Que se establezcan en Gosén, y si conoces entre ellos algunos con experiencia, ponlos a cargo de mi ganado.
5b Cuando Jacob y sus hijos llegaron a Egipto, se enteró el Faraón, rey de Egipto, y dijo a José:
-Tu padre y tus hermanos han llegado a verte; 6a la tierra de Egipto está a tu disposición, instala a tu padre y a tus hermanos en lo mejor de la tierra.
7José hizo venir a su padre Jacob y se lo presentó al Faraón. 8El Faraón preguntó a Jacob:
-¿Cuántos años tienes?
9Jacob contestó al Faraón:
-Ciento treinta han sido los años de mis andanzas, pocos y malos han sido los años de mi vida, y no llegan a los años de mis padres, ni al tiempo de sus andanzas.
10Jacob bendijo al Faraón y salió de su presencia.
11José instaló a su padre y a sus hermanos y les dio propiedades en Egipto, en lo mejor del país, en la región de Ramsés, como había mandado el Faraón. 12Y dio pan a su padre, a sus hermanos y a toda la familia de su padre, incluidos los niños.

Política de José

13En todo el país faltaba el pan, porque el hambre apretaba y agotaba la tierra de Egipto y la de Canaán. 14José acumuló todo el dinero que había en Egipto y en Canaán a cambio de los víveres que ellos compraban, y reunió todo el dinero en casa del Faraón.
15En Egipto y en Canaán se acabó el dinero, de modo que acudían a José, diciendo:
-Danos pan o moriremos aquí mismo, porque se nos ha acabado el dinero.
16José contestó:
-Traedme vuestro ganado y os daré pan a cambio de él si se os ha acabado el dinero.
17Ellos traían el ganado a José, y éste les daba pan a cambio de caballos, de ovejas, de vacas, de asnos; durante un año los estuvo alimentando a cambio de todo su ganado.
18Pasado aquel año, volvieron a él al año siguiente, diciendo:
-No podemos negar a nuestro señor que, terminado el dinero y el ganado y los animales cobrados por nuestro señor, sólo nos queda que ofrecer a nuestro señor nuestras personas y nuestros campos.
19¿Por qué perecer en tu presencia nosotros y nuestros campos? Tómanos a nosotros y a nuestros campos a cambio de pan, y nosotros, con nuestros campos, seremos siervos del Faraón; danos semilla para que vivamos y no muramos, y nuestros campos no queden desolados.
20José compró para el Faraón toda la tierra de Egipto, pues todos los egipcios vendían sus campos, porque arreciaba el hambre; así, la tierra vino a ser propiedad del Faraón, 21 y a todo el pueblo lo hizo siervo, de un extremo a otro del país. 22Sólo dejó de comprar las tierras de los sacerdotes, porque el Faraón les pasaba una porción y vivían de la porción que les daba el Faraón; por eso no tuvieron que vender sus campos.
23José dijo al pueblo:
-Hoy os he comprado a vosotros, con vuestras tierras, para el Faraón. Aquí tenéis simiente para sembrar los campos. 24Cuando llegue la cosecha, daréis la quinta parte al Faraón, las otras cuatro partes os servirán para sembrar y como alimento para vosotros, vuestras familias y niños.
25Ellos respondieron:
-Nos has salvado la vida, hemos alcanzado el favor de nuestro señor; seremos siervos del Faraón.
26Y José estableció una ley en Egipto, hoy todavía en vigor: que una quinta parte es para el Faraón. Solamente las tierras de los sacerdotes no pasaron a ser propiedad del Faraón.
27Israel se estableció en Egipto, en el territorio de Gosén; adquirió propiedades allí y creció y se multiplicó en gran manera. 28Jacob vivió en Egipto diecisiete años, y toda su vida fueron ciento cuarenta y siete años.

Muerte de Jacob: Efraín y Manasés

29Cuando se acercaba para Israel la hora de morir, llamó a su hijo José y le dijo:
-Si he alcanzado tu favor, coloca tu mano bajo mi muslo y promete tratarme con amor y lealtad; no me entierres en Egipto. 30Cuando me duerma con mis padres, sácame de Egipto y entiérrame en la sepultura con ellos.
Contestó José:
-Haré lo que pides.
31Insistió él:
-Júramelo.
Y se lo juró.
Entonces Israel hizo una inclinación hacia la cabecera de la cama.

Explicación.

47,7-10 Imaginemos y ponderemos el aparato de la visita, que el autor nos ahorra. El Faraón es considerado uno de los grandes soberanos del momento; su país está desempeñando el oficio de alimentar a toda clase de poblaciones hambrientas. Egipto es potencia benéfica, garantía de supervivencia. El Faraón concede audiencia a un jeque extranjero porque es el padre de su favorito. En el esplendor complicado de la corte recibe al beduino emigrante. La escena tiene algo de cuento. Jacob no se postra rindiendo homenaje; su hijo lo coloca "de pie" ante el Faraón (que naturalmente esetá sentado). Jacob no solicita beneficios del monarca, lo bendice (al revés que Melquisedec a Abrán; cfr. Heb 7,7).

Jacob, que recibió las bendiciones paterna y patriarcal de Isaac, es ahora portador de bendición. El soberano de un mundo tiene algo que recibir de un jeque extranjero. El diálogo que sigue expresa quizá el estupor del monarca. La respuesta es cortés, con un toque de humor. Su vida y la de los antepasados ha consistido en andar errante y peregrino, trashumando, como residentes provisorios en tierra no poseída. No se registra la respuesta del Faraón.

47,11 La noticia sobre la propiedad de terrenos sirve de contraste a lo que sigue en el texto actual.

47,13-26 En efecto, mientras los hermanos de José se establecen y adquieren propiedades, los súbditos egipcios las van perdiendo todas. Mientras ellos conducen una vida libre de pastores, con el alimento asegurado, los otros se van convirtiendo en esclavos de la corona. José muestra su habilidad en un proceso económico de amplitud nacional, a favor del monarca, a expensas del pueblo. El narrador parece aprobarlo. Se trata de una acumulación de propiedad y poder en manos del soberano, hasta el monopolio estatal; y avanza en tres etapas: pago en dinero, pago en ganado, pago en libertad.

Jurídicamente todo el pueblo se convierte en siervos de la gleba del Faraón. El tema de la esclavitud, que inició la historia de José, alcanza aquí una cumbre sombría. Los hermanos se habían ofrecido como esclavos al visir, y éste no lo aceptó; ahora proclama esa situación para todo el pueblo. La respuesta popular ratifica la transacción en una frase terrible: esclavos, pero vivos; vivos, pero esclavos. La tensión de ambos valores retornará con fuerza en los relatos de la salida de Egipto.

47,19 Neh 5,3.

47,24 Is 55,10.

47,26 Noticia etiológica, o de causas, que atribuye a José el origen de una ley. Véase el estatuto del rey, de tono polémico, en 1 Sm 8. 

47,27 Sal 105,24.

47,29-31 La muerte de Jacob cierra el ciclo patriarcal propiamente dicho. Véase 23,19-2): Jacob tiene que retornar, aunque sea muerto, al país de Canaán.

47,31 Quizá en gesto de adoración y reverencia de Dios. Heb 11,21 da otra versión: "se postró apoyándose en el puño de su bastón".

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