domingo, 13 de marzo de 2016

ÉXODO. CAPÍTULO 8.

81El Señor dijo a Moisés:
-Dile a Aarón: Extiende la mano con el bastón sobre ríos, canales y estanques, y haz salir  ranas por todo el territorio egipcio.
2Aarón extendió la mano sobre las aguas de Egipto e hizo salir ranas que infestaron todo el territorio egipcio. 3Pero lo mismo hicieron los magos con sus encantamientos: hicieron salir ranas por todo el territorio egipcio.
4El Faraón llamó a Moisés y a Aarón, y les pidió:
-Rezad al Señor para que aleje las ranas de mí y de mi pueblo, y dejaré marchar al pueblo para que ofrezca sacrificios al Señor.
5Moisés respondió al Faraón:
-Dígnate indicarme cuándo he de rezar por ti, por tu corte y por tu pueblo, para que se acaben las ranas en tu palacio y queden sólo en el Nilo.
6Respondió:
-Mañana.
Dijo Moisés:
-Así se hará, para que sepas que no hay otro como el Señor, nuestro Dios. 7Las ranas se alejarán de ti, de tu palacio, de tu corte y de tu pueblo, y quedarán sólo en el Nilo.
8Moisés y Aaraón salieron del palacio del Faraón. Moisés suplicó al Señor por lo de las ranas, como había convenido con el Faraón. 9El Señor cumplió lo que pedía Moisés: las ranas fueron muriendo en casas, patios, campos, 10y las reunían en montones, de modo que todo el país apestaba. 11Viendo el Faraón que le daban respiro, se puso terco y no les hizo caso, como lo había anunciado el Señor.

Tercera plaga: mosquitos (Sab 19,10)

12Dijo el Señor a Moisés:
-Dile a Aarón: Extiende tu bastón y golpea el polvo del suelo, y se convertirá en mosquitos por todo el territorio egipcio.
13Así lo hicieron. Aarón extendió la mano y con el bastón golpeó el polvo del suelo, que se convirtió en mosquitos que atacaban a hombres y animales. Todo el polvo del suelo se convirtió en mosquitos por todo el territorio egipcio.
14Intentaron los magos hacer lo mismo sacando mosquitos con sus encantamientos, y no pudieron. Los mosquitos atacaban a hombres y animales.
15Entonces los magos dijeron al Faraón:
-Es el dedo de Dios.
Pero el Faraón se empeñó en no hacerles caso, como lo había anunciado el Señor.

Cuarta plaga: moscas

16Dijo el Señor a Moisés:
-Madruga mañana, preséntate al Faraón cuando sale hacia el río y dile: Así dice el Señor: deja marchar a mi pueblo para que me rinda culto; 17yo soltaré moscas contra ti, contra tu corte, tu pueblo y tu familia, se llenarán de moscas las casas de los egipcios y también los terrenos donde viven. 18Ese día daré trato diverso al territorio de Gosén, donde reside mi pueblo, de modo que allí no habrá moscas; para que sepas que yo, el Señor, estoy en el país. 19Haré distinción entre mi pueblo y el tuyo. Mañana sucederá este signo.
20El Señor lo cumplió: nubes de moscas invadieron el palacio del Faraón y de su corte y todo el territorio egipcio, de modo que toda la tierra estaba infestada de moscas.
21El Faraón llamó a Moisés y a Aarón, y les dijo:
-Id a ofrecer sacrificios a vuestro Dios en mi territorio.
22Respondió Moisés:
-No nos es lícito hacerlo, porque habríamos de ofrecer en sacrificio al Señor, nuestro Dios, lo que abominan los egipcios; si inmolamos a su vista lo que ellos abominan, nos apedrearán; 23tenemos que hacer un viaje de tres jornadas por el desierto para ofrecer sacrificios al Señor, nuestro Dios, como nos ha mandado.
24Replicó el Faraón:
-Yo os dejaré marchar al desierto con vuestras víctimas para el Señor, vuestro Dios, a condición de que no os alejéis. Rezad por mí.
25Dijo Moisés:
-Cuando salga de tu presencia rezaré al Señor para que aleje las moscas de ti, de tu corte y de tu pueblo mañana mismo. Pero que el Faraón no vuelva a usar fraudes para no dejar salir al pueblo a ofrecer sacrificios al Señor.
26Moisés salió de la presencia del Faraón, y rezó al Señor. 27El Señor hizo lo que Moisés pedía: alejó las moscas del Faraón, de su corte y de su pueblo, hasta no quedar ni una. 28Pero el Faraón se puso terco también esta vez y no dejó salir al pueblo.

Explicación.

8,4 El Faraón parece ceder a la petición, pero al no especificar las circunstancias concretas del permiso, la concesión queda ambigua.

8,6 La intercesión prueba la autoridad de Moisés; el fin de la plaga y el plazo fijado por el soberano prueban que el Señor controla los sucesos. No tiene igual: Is 46,9; Sal 86,10.

8,12-15 (Asignada a P). Aunque breve y despojada de varias fórmulas, es importante porque rompe la ambigüedad. Los mismos magos se ven forzados a reconocer una intervención divina que la magia no puede controlar. En adelante asistirán como comparsa muda. 

8,16-28 (Asignada a J). Empieza una nueva onda, de cuatro plagas, marcada por el nuevo verbo "madrugar" (retornará en 9,13). Repite datos de la primera y añade dos datos nuevos al proceso. El primero es la distinción de trato entre hebreos y egipcios: un hecho que el Faraón podrá comprobar y que confirmará la identidad del Dios de los hebreos y de su poder en el territorio egipcio.

El segundo es el proceso de las negociaciones: el Faraón repite el permiso concedido ya en términos vagos y lo limita "en mi territorio", excluyendo la peregrinación por el desierto. Moisés no acepta esa cláusula y busca una escapatoria de signo cúltico; algo en que el Faraón no pueda ser experto. El narrador no precisa en qué consiste la abominación. El Faraón cede un poco, en términos vagos, con tal de asegurarse la intercesión de Moisés y verse libre de moscas. Moisés accede, pero añade una advertencia.

No sabemos si el término hebreo designa "moscas" en general o una especie, como tábanos, cínifes, etc. El término se repite siete veces.

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