jueves, 21 de abril de 2016

LEVÍTICO. CAPÍTULO 10.

Muerte de Nadab y Abihú

101Nadab y Abihú, hijos de Aarón, agarrando cada uno un incensario y poniendo en ellos brasas e incienso, presentaron al Señor un fuego profano que él no les había mandado.
2De la presencia del Señor salió un fuego que los devoró, y murieron en presencia del Señor.
3Moisés dijo a Aarón:
-A esto se refería el Señor cuando dijo: "Mostraré mi santidad en mis ministros y mi gloria ante todo el pueblo".
Aarón no respondió.
4Moisés llamó después a Misael y Elsafán, hijos de Uziel, tío de Aarón, y les dijo:
-Retirad a vuestros hermanos de la presencia del santuario y sacadlos fuera del campamento.
5Se acercaron y, con sus túnicas, los sacaron fuera del campamento, como Moisés había ordenado.
6Moisés dijo a Aarón y a sus hijos Eleazar e Itamar:
-No os despeinéis ni os vistáis harapos, así no moriréis ni se encenderá la ira del Señor contra la comunidad. Vuestros hermanos, los demás israelitas, se encargarán de llorar por el incendio que envió el Señor. 7No salgáis por la puerta de la tienda del encuentro, no sea que muráis, porque estáis ungidos con aceite del Señor.
Ellos hicieron lo que Moisés había dicho.

Aviso a los sacerdotes

8El Señor dijo a Aarón:
9-Cuando tengáis que entrar en la tienda del encuentro, tú o tus hijos, no bebáis vino ni licor, y no moriréis. Es ley perpetua para vuestras generaciones. 10Separad lo sacro de lo profano, lo puro de lo impuro. 11Enseñad a los israelitas todos los preceptos que os comunicó el Señor por medio de Moisés.
12Moisés dijo a Aarón y a los hijos que le quedaban, Eleazar e Itamar:
-Tomad la ofrenda, lo que sobra de la oferta al Señor, y comedlo sin levadura junto al altar, porque es porción sagrada. 13La comeréis en lugar sagrado: es tu porción y la de tus hijos de la oferta al Señor. Así se me ha ordenado. 14El pecho agitado ritualmente y la pierna del tributo los comeréis en lugar puro tú, tus hijos e hijas; es tu porción y la de tus hijos de los sacrificios de comunión de los israelitas. 15La pierna del tributo y el pecho agitado ritualmente, que se ofrecen con la oferta de la grasa, agitándolos ritualmente ante el Señor, te pertenecen a ti y a tus hijos como porción perpetua. Así lo ha ordenado el Señor.

Caso de conciencia.

16Moisés preguntó por el macho cabrío del sacrificio expiatorio, y ya estaba quemado. Se enfadó contra Eleazar e Itamar, únicos hijos vivientes de Aarón, y les dijo:
17-¿Por qué no comisteis la víctima expiatoria en lugar sagrado? Es porción sagrada, y el Señor os la ha dado, para que carguéis con la culpa de la comunidad y expiéis así por ellos ante el Señor. 18Si no se llevó su sangre al interior del santuario, la debíais haber comido en lugar sagrado, como se me ha ordenado.
19Aarón replicó a Moisés:
-Si el día que han ofrecido ante el Señor sus sacrificios expiatorios y sus holocaustos me ha sucedido esto, ¿cómo le podía agradar al Señor que yo comiese hoy la víctima expiatoria?
20Moisés quedó satisfecho con la respuesta.

EXPLICACIÓN.

10 Apenas terminada la solemnidad, sucede un episodio trágico. Se diría que el autor ha querido presentar un paralelo de Ex 32 utilizando materiales que poseía. En Ex 32 sucedía un delito contra una de las cláusulas de la alianza; aquí, contra un precepto cúltico, que se considera importante. Allú sucedía la muerte de muchos, cortando por en medio de familias; aquí también la muerte divide una familia; allí y aquí hay un momento de tensión entre Moisés y Aarón. Pero aquí no hay intervención de Moisés.

De paso, el autor inculca una enseñanza y explica una anomalía. La enseñanza es la importancia de todas las prescripciones cúlticas; incluso personalidades como los hijos mayores de Aarón, compañeros de Moisés en la visión del Señor (Ex 24), no se salvan del castigo. La anomalía histórica es que la sucesión sacerdotal se ha concentrado en el linaje de Eleazar, que era el tercer hijo.

Los elementos son heterogéneos. Con ellos el autor ha intentado componer un relato seguido o encadenado, en 1-7 y 16-20. En medio unas cuantas prescripciones interrumpen el relato. El proceso se puede esquematizar y limar así: Nadb y Abihú cometen un delito cúltico, por el cual son castigados inmediatamente con una especie de ley de talión. El padre y dos hermanos de los muertos hacen duelo, y Moisés se lo prohíbe; que otros se encarguen del duelo. En estas circunstancias los mismos familiares han descuidado otro precepto cúltico; Moisés se lo reprocha y ellos responde con una excusa satisfactoria. En el desarrollo del esquema tropezamos con incoherencias y dudas.

10,1-3 "Fuego profano": sólamente el fuego del santuario, mantenido en continuidad, es sagrado; con él solo se puede oficiar (16,12). El fuego es elemento privilegiado de la divinidad: con él "consume" víctimas, ofrendas e incienso. No es lícito introducir en el santuario otro fuego ni oficiar con él. Los incensarios móviles, sustitutos o complementos del altar del incienso, tenían forma de sartén, con un asa larga para el manejo.

Dios castiga con su fuego. Así aparece la polaridad del elemento: motivo de gozo en 9,24, causa de muerte aquí. Véase en Ez 11 el castigo por el fuego, Sal 68,2s y otros. Pero también castigando revela el fuego la gloria y la santidad exigente de Dios. Un episodio semejante, sin fuego, en 2 Sm 6,6-8.

10,2 Nm 16,35.

10,4 El verso es enigmático: ¿los cadáveres o sus cenizas?, ¿habían dejado aparte las túnicas al oficiar? En cualquier caso, los sacerdotes no deben tocar los cadáveres.

10,6 Tampoco deben hacer duelo, aunque sean parientes próximos: vale para los tres lo que se ordena al sumo sacerdote en 21,10-12.

10,7 Como en 9,33 con otra motivación.

10,9 Quizá el peligro mortal de una infracción haya servido de enlace para introducir aquí esta breve serie de prescripciones. En Israel no se tolera el vino como medio para inducir experiencias religiosas o estados extáticos (paralelo en Ez 44,21); la prohibición podría tener una punta polémica. Llevan al extremo la prohibición los nazireos (Jue 13,4).

10,10 El enlace con el precedente se puede ilustrar con Is 28,7-8: el sacerdote debe mantenerse sobrio para discernir. Distinguir es ordenar: el verbo se emplea en el relato de la creación (Gn 1). Los sacerdotes son custodios del orden sacro que les han encomendado )p. ej. Ajimelec en Nob, 1 Sm 21,5-7; Ez 44,23; Ag 2,11-14).

10,11 La tarea de instruir al pueblo en la ley no era propia de sacerdotes (2 Cr 17,7-9). La disposición parece tardía; quizá responda a la diáspora, donde individuos de la tribu de Leví no tenían trabajo en el culto.

10,12-15 Vuelven a insistir sobre los derechos de los sacerdotes como compensación o pago por su trabajo. En la formulación es el Señor quien les paga, no directamente el pueblo.

10,16-20 El relato termina con la solución pacífica: dialogando se ha resuelto la tensión.

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