jueves, 21 de abril de 2016

LEVÍTICO. CAPÍTULO 18.

Relaciones sexuales.

181El Señor habló a Moisés:
2-Di a los israelitas:

[A] Parénesis introductoria

3<<Yo soy el Señor, vuestro Dios. No haréis lo que hacen los egipcios, con quienes habéis convivido, o los cananeos, a cuyo país os llevo, ni seguiréis su legislación. 4Cumplid mis mandatos y guardad mis leyes, procediendo según ellos. Yo soy el Señor, vuestro Dios.
5>>Cumplid mis leyes y mis mandatos, que dan vida al que los cumple. Yo soy el Señor.

[B] Código legal (Dt 27,20-23)

6>>Nadie se acercará a un pariente para tener relaciones sexuales con él. Yo soy el Señor.
7>>No tendrás relaciones con tu madre. Es de tu padre y es tu madre; no tendrás relaciones con ella.
8>>No tendrás relaciones con la concubina de tu padre. Es carne de tu padre.
9>>No tendrás relaciones con tu hermana, por parte de padre o de madre, nacida en casa o fuera.
10>>No tendrás relaciones con tus nietas. Son tu propia carne.
11>>No tendrás relaciones con la hija nacida a tu padre de su concubina. Es tu hermana.
12>>No tendrás relaciones con tu tía paterna. Es de la sangre de tu padre.
13>>No tendrás relaciones con tu tía materna. Es de la sangre de tu madre.
14>>No ofenderás a tu tío, hermano de tu padre, teniendo relaciones con su mujer. Es tu tía.
15>>No tendrás relaciones con tu nuera. Es mujer de tu hijo; no tendrás relaciones con ella.
16>>No tendrás relaciones con tu cuñada. Es carne de tu hermano.
17>>No tendrás relaciones con una mujer y con su hija, o con dos primas hermanas. Son de la misma sangre; es aborrecible.
18>>No tomarás a la vez a una mujer y a su hermana, creando rivalidades al tener relaciones también con ella, mientras vive la otra.
19>>No tendrás relaciones con una mujer durante su menstruación.
20>>No te acostarás con la mujer de uno de tu pueblo. Quedarías impuro.
21>>No sacrificarás un hijo tuyo a Moloc por el fuego, profanando el nombre de tu Dios. Yo soy el Señor.
22>>No te acostarás con un hombre como con mujer. Es una abominación.
23>>No te acostarás con un animal. Quedarías impuro. La mujer no se ofrecerá a un animal para que la cubra. Es una depravación.

[C] Parénesis final (Gn 15,16; Sab 12,3-7)

24>>No os manchéis con nada de esto, porque eso es lo que hacen los pueblos que yo os voy a quitar de en medio de vosotros. 25La tierra está impura: le tomaré cuentas, y ella vomitará a sus habitantes. 26Vosotros, en cambio, cumplid mis leyes y mandatos y no cometáis ninguna de esas abominaciones, tanto el indígena como el emigrante que reside entre vosotros. 27Porque todas esas abominaciones las cometían los habitantes que os precedieron en la tierra, y la tierra quedó impura. 28¡Que no os vaya a vomitar también a vosotros, por haberla manchado, como vomitó a los pueblos que os precedieron! 29Porque todo aquel que cometa una de esas abominaciones, será excluido de su pueblo.
30>>Así pues, respetad mis prohibiciones no haciendo ninguna de las prácticas abominables que se hacían antes de llegar vosotros. No os manchéis con ellas. Yo soy el Señor, vuestro Dios>>.

Explicación.

Entre una introducción 2-5 y una conclusión parenética 24-30, el capítulo reúne en dos bloques leyes que regulan la vida sexual. Un grupo (6-18) se refiere al incesto, diferenciado según el grado de parentesco, en el ámbito de la gran familia patriarcal. Otro grupo menos compacto (19-23) trata del adulterio, homosexualidad, bestialidad y estado de impureza. En dos casos se habla simplemente de impureza, como en capítulos precedentes; otros casos se califican de abominación o depravación, es decir, un juicio grave. Puede compararse el capítulo con la legislación del Dt 22,13-23 y las maldiciones de Dt 27,20-23.

18,2-5 La parénesis, estilizada en tres prohibiciones y tres mandatos generales, subraya la superioridad de la legislación israelítica en cuestiones sexuales. Si en muchos campos los israelitas habían aceptado la legislación cananea, común al oriente antiguo, el autor piensa que en lo sexual han establecido normas más exigentes. Véanse las cláusulas penales en el cap. 20.

18,5 La motivación es doble. Ante todo, el Señor, Dios de la alianza, que con su nombre y título ratifica las leyes para su pueblo. Además esas leyes son para bien del pueblo, para su vida y salvación. Por eso no son actos de autoridad arbitraria, sino voluntad salvadora que apela al cumplimiento humano. Ez 20,11; Rom 10,5.

18,6 La primera ley es genérica y comprende las once restantes. El incesto está observado desde el punto de vista del varón. La regularidad formal es marcada, la motivación escueta.  En la prohibición del incesto vibran repugnancias ancestrales que se encuentran en culturas muy diversas: puede consultarse el relato de las hijas de Lot (Gn 19). Por una parte la ley precave desórdenes en la vida de la gran familia; por otra parte se opone a una posible endogamia estrecha.

Las expresiones hebreas no son fáciles de traducir. El acto sexual se dice literalmente "descubrir la vergüenza" (aquí no se trata únicamente de miradas). En la motivación se usan literalmente "es la vergüenza de N" o "es carne de N". Se podría traducir por "es deshonra de, sería deshonrar a, es consanguínea de, es pariente de".

18,9 Véase el episodio de Tamar y Amnón (2 Sm 13).

18,10 Hija del hijo o de la hija; el hebreo no tiene un término común.

18,16 Mc 6,18.

18,18 Compárese con las dos mujeres de Jacob, las hermanas Lía y Raquel, y las rivalidades que provocó la situación. Sólo que las rivalidades también surgen aunque las mujeres no sean parientes: 1 Sm 1; Eclo 25,14.

18,19 A partir de este verso la serie, en cuanto a tema y forma, es menos regular. Según Lv 15,24 el acto provoca estado de impureza; en 20,18 lleva como pena la excomunión.

18,20 Sorprende esta calificación tan leve del adulterio, que forma parte del decálogo (Ex 20,14), y lleva pena de muerte para ambos (Lv 20,10).

18,21 Parece salirse de la serie. Si lo comparamos con textos como Dt 18,10; Jr 7,31; Ez 20,31; 23,37, hay que pensar en sacrificios de recién nacidos a un dios. El rito se suele decir "hacer pasar por el fuego", aquí se usa el verbo sin el "fuego". La divinidad a la cual se ofrece se llama aquí Molek; las versiones griegas ponen Molokh; propiamente es el título de "rey" vocalizado maliciosamente, en algunos casos parece confundirse con el título Malkom del dios de Amón. Otros piensan que no designa a Dios, sino un rito. Tiene pena de muerte según 20,2-5.

18,22 Gn 19,5.

18,23 Éx 22,18.

18,24-30 En la parénesis final, construida con una inclusión, domina el tema de la tierra y la pureza. (En 2 Cor 6,14-7,1 apela Pablo a la imagen del templo, inculcando un principio semejante). Hay que recordar la relación entre la tierra fecunda y la fecundidad humana, común en muchas culturas. Los hombres creen activar la fertilidad de sus campos con ritos, que de hecho contaminan con perversiones sexuales la tierra. Entonces el Señor viene a la tierra, la suya, y le exige cuentas: la tierra reacciona vomitando, expulsando a sus habitantes y queda desierta y disponible para otros. No es pura fantasía pensar que desórdenes sexuales continuados pueden provocar alguna depauperación de la tierra, ni es fantasía afirmar la relación entre el hombre y su tierra. Aunque la forma poética, con sus raíces míticas, sea hoy menos aceptable, el sentimiento profundo apunta hacia lo que hoy llamamos ecología (cfr. Is 24,20=. Sustentando y garantizando este orden está el Señor, dueño de su pueblo y de su tierra.

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