jueves, 21 de abril de 2016

LEVÍTICO. CAPÍTULO 6.

Derechos y deberes sacerdotales


61El Señor habló a Moisés:

2-Da estas órdenes a Aarón y a sus hijos:


[A] Rito del holocausto



<<El holocausto arderá sobre el fuego del altar de la noche a la mañana, y el fuego del altar arderá sin apagarse.

3>>El Sacerdote, vistiéndose un calzón de lino y una camisa también de lino, retirará del altar la ceniza que deja el fuego al consumir el holocausto y la dejará junto al altar. 4Después se cambiará de vestiduras para sacar la ceniza fuera del campamento a un lugar puro.
5>>El fuego del altar ha de arder sin apagarse, el sacerdote lo alimentará con leña cada mañana, sobre ella colocará el holocausto y dejará que se queme la grasa de los sacrificios de comunión. 6Es un fuego que ha de arder sobre el altar continuamente, sin apagarse.


7[B] Rito de la ofrenda


>>Los aaronitas llevarán la ofrenda al altar, a la presencia del Señor. 8Y tomando de la ofrenda un pellizco de flor de harina con aceite y todo el incienso, lo dejará quemarse sobre el altar en obsequio de aroma que aplaca al Señor. 9El resto de la ofrenda lo comerán Aarón y sus hijos.

>>Se comerá sin levadura, en lugar sagrado, en el atrio de la tienda del encuentro lo comerán. 10No se cocerá fermentado, es la parte que les doy de mi oblación. Es porción sagrada, como en el sacrificio expiatorio y en el sacrificio penitencial.
11>>La pueden comer todos los varones aaronitas: es vuestra porción de las oblaciones del Señor, en las sucesivas generaciones. El que las toque queda consagrado>>.
12 El Señor dijo a Moisés:
13-Oferta de Aarón y sus hijos el día de su unción: Veintidós decilitros de flor de harina como ofrenda permanente, la mitad por la mañana y la mitad al atardecer.
14>>La presentarás desleída en aceite en la sartén, y la ofrenda hecha migajas la ofrecerás en aroma que aplaca al Señor. 15Igualmente hará el sacerdote ungido que le suceda. Es ley perpetua: toda ella se quemará en honor al Señor.
16>>Toda ofrenda sacerdotal se ha de quemar por completo, no se comerá>>.
17El Señor habló a Moisés:
18-Di a Aarón y a sus hijos:

[C] Rito del sacrificio expiatorio

<<La víctima expiatoria se degollará en el matadero de los holocaustos, en presencia del Señor. Es porción sagrada.
19>El sacerdote que la ofrece la comerá. Se comerá en lugar sagrado, en el atrio de la tienda del encuentro.
20>>El que toque su carne queda consagrado. El vestido sobre el que salpique sangre de aspersión se lavará en lugar sagrado.
21>>La vasija en que se cueza, si es de loza, se romperá; si es de bronce, se fregará y se enjuagará.
22>>Pueden comer la carne todos los sacerdotes varones. Es porción sagrada. 23Pero ninguna víctima expiatoria cuya sangre haya de llevarse a la tienda del encuentro, para expiar en el santuario, se comerá; debe ser quemada>>.


Explicación.



6-7 Una organización tan minuciosa del culto exige un personal técnico especializado: levitas, sacerdotes, clero. ¿O más bien el personal técnico inventa un sistema complicado?


Una interpretación maliciosa escoge la segunda propuesta, razonando que todo culto religioso es creación humana, que un sistema complejo asegura trabajo y ganancia a sus funcionarios. No es ésa la interpretación del autor bíblico. Aunque parezca interesada, era aceptada por la comunidad. Pero es innegable la evolución del ministerio y el deseo del autor de reducirlo todo a Moisés y al Señor.

En el libro de los Jueces encontramos un hombre de la tribu de Leví que ofrece sus servicios especializados a una familia y a una tribu (Jue 17-18); y un levita itinerante, quizá en busca de trabajo (Jue 19). En el plano humano se acepta que un profesional ofrezca sus servicios especializados y sea pagado para vivir de su trabajo. El caso del sacerdote es sólo análogo. Igual en cuanto que también él debe vivir de su trabajo; desigual, porque su ministerio lo traslada a una esfera sacra. Según la mentalidad israelita, toca a Dios elegir y "acercar" a los funcionarios de su culto, y ellos viven una existencia aparte. Como los elige y nombra, el Señor, debe proveer a su sustento. Esto último lo subrayan llamativamente los capítulos presentes. Compárese con el nombramiento abusivo de sacerdotes en el reino septentrional, por decisión de Jeroboán (1 Re 12,31).

Aceptada esta explicación de base, no se puede negar el peligro de abuso. Lo ilustra la historia de los hijos de Elí (1 Sm 2) y las denuncias proféticas, desde Jeremías a Ageo y Malaquías. Supuesta la aceptación del hecho y el peligro del abuso, ¿cómo interpretar el capítulo presente? ¿Como un afán de afirmar privilegios y asegurarse ventajas materiales? ¿Cómo un sistema de aranceles que define públicamente y limita los excesos? La respuesta se complica porque los capítulos recogen materiales de épocas diversas.

6,1-2a. De nuevo, el punto de arranque es la palabra de Dios dirigida a Moisés y, por él a los descendientes de Aarón (no a los israelitas); implicando que la institución no nace ni depende del pueblo.

6,2b-6 Hacer fuego no era tan fácil en la antigüedad: hacía falta mantener algún fuego o rescoldo (cfr. Is 30,14). Lo mismo que en los hogares sucedía en el templo, donde el fuego era indispensable para el culto. Ahora bien, ese fuego podía ser mantenido por un individuo cualquiera. El que su cuidado esté encomendado en exclusiva a un sacerdote, muestra que no era un fuego cualquiera, sino "fuego sagrado". Incluso las cenizas tenían que ser tratadas con precauciones cúlticas. Nm 3,4 habla de "fuego profano".

6,6 Ez 9.

6,7 Desde aquí hasta 7,21 da normas para diversas clases de sacrificios (12-16 es una cuña). El holocausto ha quedado englobado en la ley sobre el fuego, por ser el sacrificio quemado por antonomasia. Siguen: la ofrenda vegetal, el sacrificio expiatorio, el penitencial, los de comunión, repartidos en acción de gracias, voluntarios o por voto. El tratamiento es desigual, según el tema.

6,7-10 Al aceptar Dios la ofrenda, ésta queda consagrada, es santa. En señal de aceptación, Dios pide que una parte se queme y ascienda como humo mezclado al aroma del incienso. Del resto dispone él, dando las cosas santas a los consagrados. Pero añade un límite a posibles abusos y un principio: lo santo se ha de tratar santamente. No todos pueden comer de ello ni los sacerdotes fuera del recinto del templo. Se excluyen mujeres y niños y no se permite llevarse nada a casa. Y la comunidad ¿no lo come? Los oferentes comen de lo no ofrecido, que es la parte sin comparación mayor.

6,12-16 Se diría que estos versos irían mejor en el cap.8. Pero también se puede justificar su puesto aquí. De las ofrendas del pueblo una parte es para el Señor, el resto para los sacerdotes. ¿Y de las ofrendas de los sacerdotes? -Todo es para el Señor. "Ofrenda permanente": el sentido es dudoso; no parece que sea una ofrenda diaria, pues el epígrafe habla del día de la unción; indicaría más bien el tipo, el reparto entre mañana y tarde.

6,17-18 Empalma después de la interrupción.

6,19-22 Esta norma sobre sacrificio expiatorio del que come una parte no concuerda con lo anteriormente expuesto, que manda quemar el resto. Véase la denuncia de Os 4,8.

6,23 Parece referirse a la aspersión de la sangre sobre la cortina y el altar del incienso (4,6).

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