lunes, 18 de julio de 2016

NÚMEROS. CAPÍTULO 23.

Primer oráculo


231Balaán dijo a Balac:

-Haz que me construyan aquí siete altares y que me preparen siete novillos y siete carneros.
2Balac hizo lo que le pedía Balaán, y juntos ofrecieron una vaca y un carnero en cada altar.
3Después Balaán dijo a Balac:
-Quédate junto a los holocaustos mientras yo voy a ver si el Señor me sale al encuentro. Lo que él me manifieste, te lo comunicaré.
Y se fue a una altura pelada.
4Cuando Dios salió al encuentro de Balaán, éste le dijo:
-He preparado los siete altares y he ofrecido un novillo y un carnero a cada uno.
5El Señor puso su palabra en boca de Balaán y le encargó:
-Vuelve a Balac y dile esto.
6Él volvió y lo encontró de pie junto al holocausto, con todos los jefes de Moab.
7Entonces él recitó sus versos:
<<De Siria me ha traído Balac,
de los montes de oriente
el rey de Moab:
"Ven y maldícime a Jacob,
ven y fulmina a Israel".
8¿Puedo yo maldecir 
a quien no maldice Dios,
puedo fulminar
a quien no fulmina el Señor?
9Desde la cima roqueña los veo,
desde la altura los contemplo:
Es un pueblo
que habita apartado
y no se cuenta
entre las naciones.
10¿Quién podrá medir
el polvo de Jacob,
quién podrá contar
la arena de Israel?
Que mi suerte sea
la de los justos,
que mi fin sea
como el suyo>>.
11Balac dijo a Balaán:
-¿Qué me estás haciendo? Te he traído para maldecir a mi enemigo, y te pones a bendecirlo.
12Respondió:
-Yo tengo que decir lo que el Señor me pone en la boca.


Segundo oráculo



13Balac le dijo:

-Anda, ven conmigo a otro sitio que te enseñaré, desde donde verás un extremo y no todo el pueblo. Maldícemelo desde allí.
14Y lo llevó al Campo Pelado, en el Monte Fasga. Él levantó siete altares y ofreció un novillo y un carnero en cada uno, 15y dijo a Balac:
-Quédate aquí, junto a los holocaustos, que yo tengo una cita allá.
16El Señor salió al encuentro de Balaán, le puso en la boca unas palabras y le ordenó:
-Vuelve a donde está Balac y dile esto.
17Volvió y lo encontró de pie junto a los holocaustos, con los jefes de Moab, Balac le preguntó:
-¿Qué te dice el Señor?
18El recitó sus versos:
<<Levántate, Balac, escúchame;
dame oído, hijo de SIpor:
19Dios no miente como hombre
ni se arrepiente a lo humano.
¿Puede decir y no  hacer,
puede prometer y no cumplir?
20He recibido una bendición
y no puedo dejar de bendecir.
21No descubre maldad en Jacob
ni encuentra crimen en Israel;
el Señor, su Dios, está con él,
y él lo aclama como a un rey.
22Dios los sacó de Egipto
embistiendo como un búfalo.
23No valen presagios
contra* Jacob
ni conjuros contra Israel;
el tiempo dirá a Jacob
y a Israel
lo que ha hecho Dios.
24El pueblo se alza
como una leona,
se yergue como un león,
no se tumbará
hasta devorar la presa
y beber la sangre
de la matanza>>.
25Balac dijo a Balaán:
-Si no maldices, al menos no lo bendigas.
26Balaán le respondió:
-Ya te lo dije: Haré lo que me diga el Señor.

Tercer oráculo

27Balac insistió:
-Ven, te voy a llevar a otro sitio. A ver si a Dios le parece bien que lo maldigas desde allí.
28Y lo llevó a la cumbre del Fegor, que mira a la estepa.
29Balaán dijo a Balac:
-Levántame aquí siete altares y prepárame aquí siete novillos y siete carneros.
30Balac hizo lo que le pdía Balaán, y éste ofreció un novillo y un carnero en cada altar.


Explicación



23,1 Comienza la serie de los oráculos: cuatro mayores para Israel, tres menores para pueblos paganos. En cuanto a la forma, se parecen a los oráculos tribales reunidos en Gn 49 y Dt 32. Esos presagiios utilizan imágenes emblemáticas que caracterizan a un grupo y fijan su destino. Los emblemas son creación literaria, pero a veces se ofrecen como visión que el vidente describe e interpreta. Pero no todos los emblemas son interpretados: una ligera bruma los envuelve sugestivamente.


Por el contenido, son exaltación de la historia de Israel, con alguna referencia a la dinastía davídica. Por este último aspecto han sido leídos y usados en clave mesiánica. Contienen una parte en primera persona, autopresentación del vidente, y una segunda parte que es el anuncio formal.

Los oráculos están hábilmente insertados y graduados en piezas narrativas regulares, con oportunos cambios de posición y escenarios contemplados desde montes como observatorios. Los preparativos rituales son solemnes, y conocidos en otras culturas vecinas: siete altares y siete sacrificios dobles para cada oráculo, salvo el último.

23,3-6 Se repetirá el juego de cercanía y alejamiento. Junto a Balac, el adivino parece estar a su servicio; para encontrarse con el Señor, el profeta se aleja a solas; porque no dispone de poderes sobrehumanos, sino que ha de recibirlos del Señor. Entreoímos un toque de ironía en la figura del rey vigilando los holocaustos que de poco le van a servir.

23,7-10 El oráculo se divide en una introducción histórica, la visión presente, una invocación. Siria equivale a Mesopotamia. La visión es en primer lugar empírica: un pueblo apartado y numeroso. Es trascendida por la penetración oracular: es un pueblo escogido y bendecido con la fecundidad. La invocación expresa el deseo de compartir dicha bendición. O sea, repite dos de las promesas hechas a Abrán (Gn 12), que se han cumplido y se están cumpliendo en este momento; falta por ahora que se cumpla la promesa de la tierra. La comparación no recurre a las estrellas (Gn 15); en la perspectiva actual, ese pueblo es como una polvareda. La muerte clausura el itinerario de la vida y marca definitivamente su sentido: "antes de que muera, no declares dichosos a nadie; en el desenlace se conoce el hombre" (Eclo 11,28).

23,18-24 El segundo oráculo es más explícito. Después de una introducción profética recuerda la liberación del pueblo y le anuncia un futuro victorioso. Usa imágenes de oráculos tribales: el búfalo, José (Dt 33,17), el león, Judá (gn 49,9), la leona, Gad (Dt 33,20).

23,19 Dios es fiel a sus promesas y tiene poder para cumplirlas. Véanse Gn 6,6-7; Is 14,24-27; Sal 110,4. Puede leerse como confirmación del oráculo precedente en el tema de las promesas patriarcales.

23,21 En vez de maldad y crimen, otros traducen desgracia y calamidad. Dada la amplitud semántica de las dos palabras hebreas, se podrían referir despectivamente a ídolos, inconciliables con el Dios de Israel. La tercera frase alude a la alianza. A la realeza del Señor se refiere también Ex 15,18; Dt 33,3-5; véase la confesión de Natanael (Jn 1,49).

23,23 En nuestra traducción, este verso concuerda con el v.20 y con todo el contexto. Otros aducen "no hay hechicerías en Israel", aduciendo Dt 18,10-11: a la mántica de otros pueblos se contrapone la profecía de Israel. Ese pueblo tiene un gran futuro y sólo con el tiempo se apreciará el designio de Dios y su cumplimiento.

23,24 Para la imagen final, Zac 9,15.

23,25-26 Balac dice "le parece bien a Dios", Balaan "le parecía bien al Señor".

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