lunes, 18 de julio de 2016

NÚMEROS. CAPÍTULO 9.

La pascua (Ex 12,1-13; 2 Cr 30)

91Al segundo año de salir los israelitas de Egipto, el mes primero, el Señor dijo a Moisés en el desierto de Sinaí:
2-Los israelitas celebrarán la pascua en su fecha: 3el día catorce del primer mes, al atardecer, la celebrarán con todos sus ritos y ceremonias.
4Moisés mandó a los israelitas celebrar la pascua, 5y ellos la celebraron el catorce del mes primero, al atardecer, en el desierto del Sinaí. Así cumplieron lo que el Señor había mandado a Moisés.
6Había unos que estaban contaminados por haber tocado un cadáver y no pudieron celebrar la pascua en su día. Se presentaron el mismo día a Moisés y a Aarón, 7y les dijeron:
-Estamos contaminados por haber tocado un cadáver. ¿Por qué no nos dejas traer nuestra oferta al Señor el día señalado, con los demás israelitas?
8Respondió Moisés:
-Esperad hasta que conozca lo que dispone el Señor.
9El Señor habló a Moisés:
10-Di a los israelitas: Si uno de vosotros o de vuestros descendientes está contaminado por un cadáver o se encuentra de viaje, 11celebrará la pascua del Señor el catorce del segundo mes, al atardecer. 12La comerá con panes ázimos y hierbas amargas; no dejará nada para el día siguiente ni le romperá ningún hueso. La celebrará según el ritual de la pascua. 13Pero el que estando puro y no encontrándose de viaje deje de celebrarla, será excluido de su pueblo. Cargará con la culpa de no haber llevado al Señor la ofrenda en su día. 14El emigrante que resida entre vosotros celebrará la pascua del Señor siguiendo el ritual y ceremonial. El mismo ritual vale para el indígena y para el emigrante.

La nube (Ex 24,15-18)

15Cuando montaban la tienda, la nube cubría el santuario sobre la tienda de la alianza, y desde el atardecer al amanecer se veía sobre el santuario una especie de fuego. 16Así sucedía siempre: la nube lo cubría y de noche se veía una especie de fuego. 17Cuando se levantaba la nube sobre la tienda, los israelitas se ponían en marcha. Y donde se detenía la nube, acampaban. 18A la orden del Señor se ponían en marcha y a la orden del Señor acampaban. Mientras estaba la nube sobre el santuario, acampaban. 19Y si se quedaba muchos días sobre el santuario, los israelitas, respetando la prohibición del Señor, no se ponían en marcha. 20A veces la nube se quedaba pocos días sobre el santuario; entonces, a la orden del Señor, acampaban, y a la orden del Señor se ponían en marcha. 21Otras veces se quedaba desde el atardecer hasta el amanecer, y cuando el amanecer se levantaba, se ponían en marcha. O se quedaba un día y una noche, y cuando se levantaba, se ponía en marcha. 22A veces se quedaba sobre el santuario dos días o un mes o más tiempo aún; durante este tiempo los israelitas seguían acampados sin ponerse en marcha. Sólo cuando se levantaba se ponían en marcha. 23A la orden del Señor acompañaban y a la orden del Señor se ponían en marcha. Respetaban la orden del Señor comunicada por Moisés.

Explicación.

9,1 La fecha no se combina bien con el comienzo del libro, "el segundo mes". Cronológicamente, este capítulo debería preceder, pero el autor ha seguido otro criterio. Primero, la nueva cláusula legal añade un plazo de otro mes para la celebración de los impedidos. Segundo, el autor quiere comenzar la nueva etapa como comenzó la primera un año antes: celebrando la pascua (Ex 12).

9,6-14 Con la nueva cláusula se quiere armonizar un principio general con una casuística particular. El principio es que la pascua es celebración distintiva, de pertenencia a la comunidad; incluso el emigrante (circuncidado) debe participar. El que sin debida excusa no la celebre, se ha excluido de la comunidad, queda excomulgado. ¿Qué hacer con los legítimamente impedidos, por impureza o por viaje? Se les permite celebrarla un mes exacto más tarde. Según 2 Cr 30, Ezequías hizo celebrar una pascua dos meses más tarde, el catorce de mayo.

9,15-23 Van a iniciar la marcha: ¿quién los guiará? Por el desierto no basta la dirección genérica, hace falta la específica e individual. Puede guiarlos el Señor con sus oráculos particulares, puede guiarlos "un ángel, mi ángel" (Ex 23,20; 33,2), el Señor en persona (Ex 23,14); ¿un hombre experto? (Nm 10,29-32). El autor introduce aquí la nube. La que delata y vela la presencia del Señor, servirá de guía.

El texto habla simplemente de "nube" que cubre el santuario, protegiendo o aislando de la presencia del Señor. Cuando se alza y se pone en movimiento, detrás tiene que seguir el santuario y todo el campamento. Otras tradiciones hablan de "columna de nube y columna de fuego", que se alternan día y noche (p. ej. Ex 13,21; Nm 14,14). El autor del presente capítulo (el sacerdotal, P) intenta describir las evoluciones de una nube milagrosa, cercana y abarcable, que transmite con su figura "la orden del Señor".

El autor escribe un texto prolijo, con el cual quiere traducir el carácter de esa guía. No será genérica, sino individual; no se somete a las categorías temporales de noche y día, día o mes; sus movimientos no se pueden prever ni calcular. Los peregrinos estarán pendientes de la nube, sometidos a sus indicaciones. La nube se alza como símbolo de la voluntad concreta de Dios, en la peregrinación de la vida, que no se encierra en leyes ni se atiene a calendarios.

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