miércoles, 21 de septiembre de 2016

DEUTERONOMIO: CAPÍTULO 13.

131>>Todo lo que yo os mando, lo pondréis por obra; no añadirás nada ni suprimirás nada.

Caso personal de idolatría

2>>Si entre los tuyos aparece un profeta o vidente de sueños y, anunciando un signo o prodigio, te propone: 3"Vamos a seguir a dioses extranjeros y darles culto"; aunque se cumpla el signo o prodigio, 4no hagas caso a ese profeta o vidente de sueños. Pues se trata de una prueba del Señor, vuestro Dios, para ver si amáis al Señor, vuestro Dios, con todo el corazón y toda el alma.
5>>Al Señor, vuestro Dios, seguiréis, lo respetaréis, cumpliréis sus preceptos, le obedeceréis, le daréis culto y os pegaréis a él.
6>>Y ese profeta o vidente de sueños será ejecutado: por haber predicado la rebelión contra el Señor, vuestro Dios, que os sacó de Egipto y os redimió de la esclavitud, y por haber intentado apartarte del camino que te mandó seguir el Señor, tu Dios. Así extirparás de ti la maldad.

Caso familiar

7>>Si un hermano tuyo de padre o de madre, o tu hijo, tu hija, o la mujer que duerme en tus brazos, o tu amigo del alma te incitan a escondidas proponiéndote: "Vamos a dar culto a dioses extranjeros, desconocidos para ti y para tus padres" 8-sean dioses de pueblos vecinos y cercanos o de pueblos remotos de un extremo al otro de la tierra- 9no le harás caso ni lo escucharás, no te apiadarás de él ni le tendrás compasión ni lo encubrirás. 10Antes le darás muerte; tu mano será la primera en la ejecución y seguirá la mano de los parientes. 11Lo apedrearás hasta que muera. Por haber intentado apartarte del Señor, tu Dios, que te sacó de Egipto, de la esclavitud. 12Así, todo Israel, al enterarse, escarmentará, y no volverá a cometerse entre los tuyos maldad semejante.

Caso colectivo

13>>Si te enteras de que en una de las ciudades que el Señor te da para habitar han salido canallas que extravían a los vecinos, 14proponiéndoles: "Vamos a dar culto a dioses extranjeros y desconocidos", 15primero investiga, examina, interroga cuidadosamente, y si resulta que realmente se ha cometido esa abominación entre los tuyos, 16pasarás a cuchillo a los vecinos, dedicarás al exterminio la ciudad con todo lo que hay dentro y con el ganado; 17amontonarás en la plaza el botín y prenderás fuego a la ciudad con todo el botín en honor del Señor, tu Dios. Quedará como ruina perpetua, sin ser reedificada. 18 Que no se te pegue a las manos nada dedicado al exterminio. Así, el Señor renunciará a su cólera, te tratará con compasión y, compadecido, te hará crecer como prometió a tus padres. 19Por haber obedecido al Señor, tu Dios, haber cumplido sus preceptos, que yo te mando hoy, y por haber hecho lo que el Señor, tu Dios, aprueba.

Explicación.

13 La lealtad o fidelidad exclusiva al Señor es el factor constitutivo y el valor supremo del pueblo israelita. El primer mandamiento es más que una ley de un código. Siendo tan valiosa, dicha fidelidad está y estará amenazada; hará falta vigilar con atención y defenderla con decisión. Este es el sentido de este capítulo tan grave, que no es reductible a una simple cláusula penal.

Su estilo es casuístico en la formulación, aunque en segunda persona: exposición del caso, proceso o sentencia, pena. A la formulación estrictamente jurídica se mezclan elementos de exhortación. Los tres casos, con situaciones bien delimitadas, pueden representar otros semejantes. Ante la fidelidad al Señor deben ceder: la institución y autoridad del profeta, los vínculos familiares, la ordenación política.

13,1 Tiene valor programático. La legislación de Moisés es completa e intocable, no admite adición ni sustracción.

13,2-6 El primer caso implica un problema de discernimiento. Porque el profeta se presenta como enviado de Dios y hablando en su nombre, tiene poder superior para corroborar sus palabras con señales. Además en sus palabras no rechaza al Dios de Israel, sino que ensancha el espacio para acoger a otras divinidades veneradas por otros pueblos. ¿Cómo reconocer que profetiza en falso? Bien simple: no puede ser oráculo del Señor el que va contra la exigencia primaria del Dios de la alianza. Surge una dificultad teológica: ¿cómo se explica el prodigio, que es acción de Dios? -Dios lo ha hecho para ponerte a prueba. Será en la tierra una prueba más grave que todas las penalidades en el desierto (8,1). También los magos hacían signos, no atribuidos al Señor, (cfr. 2 Tes 2,9-12).

13,2 Los sueños podían ser oraculares, como muestran relatos del Génesis o el Éxodo; los promete Jl 3,1 y distingue Eclo 34,1-8.

13,3 Jr 23,13.27.

13,5 Dejando el tono jurídico, la pasión prorrumpe y se expresa en la acumulación de seis verbos categóricos.

13,6 La pena capital responde a la gravedad del delito, que es alejar de la persona del Señor y apartar de su camino. Lo puede ilustrar la ejecución de profetas por Elías (1 Re 18).

13,7-12 El profeta abusa de su prestigio y se vale de la publicidad, el familiar o íntimo abusa del afecto y confianza, y se vale del secreto.

¿Qué hacer? La sentencia en segunda persona aumenta la intensidad, acumula cinco imperativos negativos y desemboca en el imperativo de la ejecución (en el caso del profeta usaba la pasiva, "será ejecutado", v.6). Pero la ejecución ha de ser pública, como dice 17,5.7, para escarmiento de la comunidad. Recuérdese el caso de ejecución colectiva de familiares en Ex 32.

13,13-19 Podemos llamar al tercer caso político en sentido etimológico. La población entera se ha contagiado, quizá por relaciones particulares con extranjeros, y ha establecido el culto de otras divinidades. El caso es más grave, porque significaría una escisión en el pueblo de Dios, que podría ensancharse. Por la gravedad del delito y de la pena prevista, el legislador exige una investigación previa a fondo (17,4). La pena es el exterminio de la guerra santa. Las ruinas de la ciudad permanecerán como escarmiento. Quizá por la mente del autor cruce el recuerdo de Jerusalén, incendiada y arrasada por sus idolatrías (según Ez 1-11), aunque reconstruida. Recuérdese el episodio de Jue 20, donde el crimen no es de idolatría. El Señor pagará con su compasión el celo despiadado de su pueblo (cfr. Sal 149,9).

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