miércoles, 21 de septiembre de 2016

DEUTERONOMIO: CAPÍTULO 7.

71>>Cuando el Señor, tu Dios, te introduzca en la tierra donde entras para tomar posesión de ella y expulse a tu llegada a naciones más grandes que tú -hititas, guirgasitas, amorreos, cananeos, fereceos, heveos y jebuseos-, siete pueblos más numerosos y fuertes que tú; 2cuando el Señor, tu Dios, los entregue en tu poder y tú los venzas, los consagrarás sin remisión al exterminio. No pactarás con ellos ni les tendrás piedad. 3No emparentarás con ellos: no darás tus hijos a sus hijas ni tomarás sus hijas para tus hijos. 4Porque ellos los apartarán de mí, para que sirvan a dioses extranjeros, y se encenderá la ira del Señor contra vosotros y no tardará en destruiros.
5>>Esto es lo que haréis con ellos: demoleréis sus altares, destruiréis sus estelas, arrancaréis sus mayos, quemaríes sus imágenes. 6Porque tú eres un pueblo consagrado al Señor, tu Dios; él te eligió para que fueras, entre todos los pueblos de la tierra, el pueblo de su propiedad.
7>>Si el Señor se enamoró de vosotros y os eligió no fue por ser vosotros más numerosos que los demás -porque sois el pueblo más pequeño-, 8sino que por puro amor vuestro, por mantener el juramento que había hecho a vuestros padres, os sacó el Señor de Egipto con mano fuerte y os rescató de la esclavitud, del dominio del Faraón, rey de Egipto. 9Así sabrás que el Señor, tu Dios, es Dios, un Dios fiel: a los que aman y guardan sus preceptos, les mantiene su alianza y su favor por mil generaciones; 10al que lo aborrece, le paga en persona sin hacerse esperar, al que le aborrece, le paga en persona. 11Pon por obra estos preceptos y los mandatos y decretos que te mando hoy.
12>>Si escuchas estos decretos y los mantienes y los cumples, también el Señor, tu Dios, te mantendrá la alianza y el favor que prometió a tus padres. 13Te amará, te bendecirá y te hará crecer; bendecirá el fruto de tu vientre y el fruto de tus tierras; tu trigo, tu mosto y tu aceite; las crías de tus vacas y el parto de tus ovejas, en la tierra que te dará como prometió a tus padres. 14Serás bendito entre todos los pueblos; no habrá estéril ni impotente entre los tuyos ni en tu ganado. 15El Señor desviará de ti la enfermedad; no te mandará jamás epidemias malignas, como aquellas de Egipto que conoces, sino que afligirá con ellas a los que te odian.
16>>Devora a todos los pueblos que te entregue el Señor. No tengas compasión de ellos ni des culto a sus dioses, porque serán un lazo para ti.
17>>Si alguna vez se te ocurre pensar: Estos pueblos son más numerosos que yo, ¿cómo podré desalojarlos?, 18no los temas; recuerda lo que hizo el Señor con el Faraón y con Egipto entero. 19Las pruebas tremendas que vieron tus ojos, los signos y prodigios, la mano fuerte y el brazo extendido con que te sacó el Señor, tu Dios; así hará el Señor, tu Dios, con todos los pueblos que te asustan. 20Pánico mandará el Señor contra ellos, hasta aniquilar a los que queden escondiéndose de ti. 21No les tengas miedo, que está en medio de ti el Señor, tu Dios, un Dios grande y terrible.
22>>El Señor, tu Dios, irá expulsando esos pueblos poco a poco. No podrás terminar con ellos rápidamente, no sea que las bestias feroces se multipliquen con peligro tuyo. 23El Señor, tu Dios, los entregará ante ti, sembrando en sus filas el pánico, hasta destruirlos. 24Entregará a sus reyes en tu poder, y tú harás desaparecer su nombre bajo el cielo. No habrá quien se te resista, hasta que los destruyas a todos.
25>>Las imágenes de sus dioses las quemarás. No codicies el oro ni la plata que los recubre, ni te lo apropies; así no caerás en su trampa. Mira que son abominación para el Señor, tu Dios. 26No metas en tu casa una abominación, porque serás consagrado al exterminio como ella. Aborrécela y detéstala, porque está consagrada al exterminio.

Explicación.

7 En medio del capítulo se yerguen dos definiciones complementarias: qué es Israel para el Señor (6-7); qué es el Señor para Israel (9-10). A la sombra de ellas una concepción radical, intolerante de Israel entre otros pueblos. Que se deban destruir prácticas e instrumentos de la idolatría es consecuencia lógica y razonable. Que se deban exterminar enteras poblaciones para evitar contagio es una consecuencia sorprendente, alarmante. Especialmente si el contagio se debe a flaqueza de los advenedizos más que a malicia de los habitantes tradicionales.

Pues bien, esta página ha sido escrita con la perspectiva del destierro. La enorme catástrofe nacional la explicaron los profetas como consecuencia o castigo por la idolatría y el sincretismo religioso. Durante siglos ésa fue la tentación constante y el pecado repetido, que condujo a la catástrofe. Casi parece que la alianza ha concluido, el pueblo ha perdido su identidad, el Señor ha abandonado a su pueblo.

A esta luz sombría, los habitantes cananeos reciben el papel de tentadores pacíficos: por los pactos políticos, las relaciones comerciales y culturales, los enlaces matrimoniales, los habitantes paganos de Canaán habían sido la perdición de Israel. El pueblo escogido tenía que haber vivido separado, celoso de su alianza exclusiva con el Señor. Llegado de Egipto y del desierto, no estaba aún preparado para sobrevivir y superar la amenaza pacífica de la idolatría.

Numerosos testimonios e indicios demuestran que Israel no supo superar la prueba. Tenía que haberlo hecho y no lo hizo. El pensamiento a posteriori, lo que tenía que haber hecho Israel, lo transforma el autor en mandato a priori, que pone en boca de Moisés, antes de la entrada en la tierra. El mandato de separación pudo ser antiguo, la intolerancia de su formulación se explica por la experiencia trágica del destierro.

Ahora bien, la ley no era plenamente aplicable en el territorio de Babilonia, ni en otras localidades de la diáspora judía. ¿Era aplicable en la provincia del imperio persa que habitaban los repatriados? Esdras y Nehemías responden en parte a la cuestión.

7,1 La lista de siete pueblos reaparece en páginas sucesivas; ya hemos encontrado listas de seis o de cinco. La categoría étnica de estos nombres es variada: mientras cananeos y amorreos es designación amplia, los jebuseos son un pueblo minúsculo que habitaba en la comarca de Jerusalén y desaparece pronto: hititas o heteos son restos dispersos del gran imperio. "Más fuertes y numerosos que tú" es fórmula tópica que exalta la victoria del Señor.

7,2 Recuérdese el contrato pacífico de Abrahán con los heteos de Hebrón (gn 23); es que Abrahán era peregrino en la tierra.

7,3 Recuérdese la propuesta de los siquemitas: "nos daréis vuestras hijas y tomaréis las nuestras" (Gn 34,9).

7,4 Véase el caso ejemplar de Salomón (1 Re 11,1-8).

7,6 Define al pueblo. Consagrado, pasa a la esfera de la santidad (Ex 19,6; Lv, frecuente); elegido, con preferencia a otros, por iniciativa de Dios; propiedad personal del Señor, inalienable.

7,7-8 Es el favor y amor de Dios lo que engrandece, no el número. ¿Contradice esta afirmación la promesa patriarcal de fecundidad? Más bien la relativiza: ¿qué eran los judíos en el inmenso imperio persa? (cfr. Esd 9,8). Pero Dios escoge lo pequeño y débil para ejercer y manifestar en ello su poder y grandeza. Al jurar, Dios se compromete; pero ¿por qué jura? ¿Por amor a la descendencia futura, "vosotros", o ya por amor al patriarca? Véase Is 41,8.

7,9-10 El principio de la retribución introduce condiciones de respuesta humana en el favor de Dios; al mismo tiempo hace resaltar la diferencia entre el castigo individual, "en persona", y el favor indefinido (5,10; Ex 20,6). El "amor" del hombre debe responder al de Dios.

7,12-15 Las bendiciones son parte de la alianza, sanción por el cumplimiento de los mandatos. La primera bendición es fertilidad y fecundidad.

7,13 Lv 26,3-12.

7,16 "Devorar" significa destruir, aniquilar: Lv 26,38; Nm 13,32; Sal 14,4.

7,17-21 Es condición básica de la guerra santa vencer el miedo natural con la confianza en el Señor. No cuenta el número ni el poderío militar, porque el Señor envía su pánico o terror sacro, que desbarata al enemigo (Sal 18,15.46; 48,6-7; etc).

7,22-24 Históricamente los israelitas se establecieron paulatinamente en Canaán (es opinión de muchos), conviviendo y asimilando pueblos, hasta imponerse como soberano en Palestina. El crecimiento era condición para la ocupación -no podía realizarlo la familia de Abrahán-. No se puede dejar un vacío en la tierra, porque inmediatamente se volvería desierto o bosque, habitación de fieras (cfr. 2 Re 17,25; Is 34, 13-15).

7,25 "Abominación" es lo execrable, inconciliable con el Señor; es término recurrente en el libro.

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