miércoles, 21 de septiembre de 2016

DEUTERONOMIO: CAPÍTULO 9.

91>>Escucha, Israel, tú vas a cruzar hoy el Jordán para conquistar pueblos más grandes y fuertes que tú, ciudades más grandes y fortificadas que el cielo; 2un pueblo numeroso y corpulento, los anaquitas, que conoces de oídas, por aquellos: "¿Quién resistirá a los hijos de Anac?" 3Así sabrás hoy que el Señor, tu Dios, es quien cruza al frente de ti, como fuego voraz, y los destrozará, y los derrotará ante ti, para que tú los desalojes y destruyas rápidamente, como te prometió el Señor.
4>>Cuando los expulse el Señor, tu Dios, ante ti, no digas: "Por mi justicia me trajo el Señor a tomar posesión de esta tierra, y por la injusticia de esos pueblos, el Señor los despoja ante mí". 5Si tú vas a conquistar esas tierras no es por tu justicia y honradez, sino que el Señor, tu Dios, despoja a esos pueblos por su injusticia y para mantener la palabra que juró a tus padres, Abrahán, Isaac y Jacob. 6Y sabrás que si el Señor, tu Dios, te da en posesión esa tierra buena no es por tu propia justicia, ya que eres un pueblo terco; 7recuerda y no olvides que provocaste al Señor, tu Dios, en el desierto; desde el día que saliste de Egipto hasta que llegasteis a este lugar habéis sido rebeldes al Señor; 8en el Horeb provocaste al Señor, y el Señor se irritó con vosotros y os quiso destruir.
9>>Cuando yo subí al monte a recibir las losas de piedra, las tablas de la alianza que concertó el Señor con vosotros, me quedé en el monte cuarenta días y cuarenta noches, sin comer pan ni beber agua. 10Luego el Señor me entregó las dos losas de piedra, escritas de la mano de Dios; en ellas estaban todos los mandamientos que os dio el Señor en la montaña, desde el fuego, el día de la asamblea. 11Pasados los cuarenta días y cuarenta noches, me entregó el Señor las dos losas de piedra, las tablas de la alianza, 12y me dijo: "Levántate, baja de aquí en seguida, que se ha pervertido tu pueblo, el que tú sacaste de Egipto. Pronto se han apartado del camino que les marcaste, se han fundido un ídolo".
13El Señor me añadió: "He visto que este pueblo es un pueblo terco. 14Déjame destruirlo y borrar su nombre bajo el cielo; de ti haré un pueblo más fuerte y numeroso que él".
15Yo me puse a bajar de la montaña, mientras la montaña ardía; llevaba en las manos las dos losas de la alianza. 16Miré, y era verdad. Habíais pecado contra el Señor, vuestro Dios; os habíais hecho un becerro de fundición. Pronto os apartasteis del camino que el Señor os había marcado. 17Entonces agarré las losas, las arrojé con las dos manos y las estrellé ante vuestros ojos. 18Luego me postré ante el Señor, como la vez anterior, sin comer ni beber agua, pidiendo perdón por el pecado que habíais cometido, haciendo lo que parece mal al Señor, irritándolo, 19porque tgenía miedo de que la ira y la cólera del Señor contra vosotros os destruyese. También aquella vez me escuchó el Señor.
20>>Con Aarón se irritó tanto el Señor, que quería destruirlo, y entonces tuve que interceder también por Aarón.
21>>Después tomé el pecado que os habíais fabricado, el becerro, y lo quemé, lo machaqué, lo trituré hasta pulverizarlo como ceniza y arrojé la ceniza en el torrente que baja de la montaña.
22>>Luego en Taberá*, en Masá* y en Quibrot Hatavá* seguisteis provocando al Señor. 23Y cuando os envió desde Cades Barne, diciéndoos que subierais a consquistar la tierra que os había entregado, os rebelasteis contra la orden del Señor, no le creísteis ni le obedecisteis. 24Desde que os conozco, habéis sido rebeldes al Señor.
25>>Me postré ante el Señor, estuve postrado cuarenta días y cuarenta noches, porque el Señor pensaba destruiros. 26Oré al Señor, diciendo: "Señor mío, no destruyas a tu pueblo, la heredad que redimiste con tu grandeza que sacaste de Egipto con mano fuerte. 27Acuérdate de tus siervos Abrahán, Isaac y Jacob,no te fijes en la terquedad de este pueblo, en su crimen y su pecado, 28no sea que digan en la tierra de donde nos sacaste: No pudo el Señor introducirlos en la tierra que les había prometido, o: Los sacó por odio, para matarlos en el desierto. 29Son tu pueblo, la heredad que sacaste con tu esfuerzo poderoso y con tu brazo extendido".
Explicación.

9,1-8 Plantea una cuestión semejante a la del capítulo anterior y avanza un gran trecho en una reflexión teológica que intenta explicar los hechos que la fe profesa.

La cuestión es ésta: El Señor ha desposeído a los cananeos y ha entregado su territorio a los israelitas: ¿por qué? (Sab 12 se hará una pregunta semejante, en clave de teodicea). Responden algunos aplicando la regla simétrica de la retribución: ellos eran injustos, nosotros justos; a ellos los desposeyó, a nosotros nos estableció (Sal 80,9). El predicador corrige tal explicación: la primera parte es cierta, se trata de un castigo (Gn 15,16); la segunda parte es falsa, porque la tierra no es galardón de méritos, sino don gratuito. No es paga, sino gracia.

Con esto esboza el autor una teología de la gracia que preludia la enseñanza madura de Pablo. El cumplimiento de los mandatos es, sí, condición para entrar en la tierra (8,1); de ahí no se sigue que la tierra se le deba en justicia al cumplimiento. Con su buena conducta, el hombre no obliga a Dios; es Dios quien se obliga soberanamente con su promesa y juramento (v.5).

Que Israel no puede alegar méritos ni justicia, lo prueba a continuación el predicador con un par de ejemplos desarrollados.

9,1-6 El primer obstáculo descuella por el tamaño; los gigantes anaquitas, proverbialmente invencibles, y sus ciudades fortificadas o con murallas hasta el cielo (Nm 13). Una vez que el Señor los ha derrotado, los israelitas podrán destruirlos rápidamente. El esquema es poderosos ellos / débiles nosotros: ahora los vencedores intentan trasladarlo al terreno ético e invertirlo: injustos ellos / justos nosotros.

9,4-6 ¡Cuidado!, reclama el predicador, En 8,17 el hombre se gloriaba de una culidad física, "por mi fuerza", aquí se gloría de una cualidad ética, "por mi justicia". Es una arrogancia más peligrosa y más grave. No "justicia", sino "terquedad" caracteriza a Israel: la terquedad o "cerviz dura" del buey o novillo que rechaza el yugo y el trabajo.

9,5 Gn 15,16.

9,7 Hasta 10,11 va a desarrollar dos casos capitales de rebeldía, introduciendo en cuña otros nombres que recuerdan otras tantas rebeliones. Algunas informaciones, probablemente añadidas, interrumpen la exposición. El orden y desarrollo de los hechos no coincide exactamente con la versión de Ex 32 y Nm 13-14. Moisés predicador se toma sus libertades según la finalidad de su discurso, que es demostrar el talante rebelde de los israelitas: invierte el orden tradicional de los sucesos, añade detalles. "Cuarenta días y cuarenta noches" se repiten como leitmotiv.

9,8 Primer caso: en el Horeb: firma de la alianza, delito contra ella, renovación de la alianza: basado en Ex 20, 24, 32 y 34. El relato de Moisés en primera persona es de gran intensidad dramática; pide una buena declamación. Hay que escuchar la repetición "losas de piedra, de la alianza" y dirigir hacia ellas la vista, porque en ellas discurre la acción. También se repite "la montaña", escenario grandioso de las subidas y bajadas de Moisés: desde el pueblo hacia Dios, desde Dios hacia el pueblo; veamos la montaña que arde y el arroyo que desciende de ella y se lleva las cenizas del ídolo.

9,9 Este primer ayuno es preparación para el encuentro con Dios (cfr. Elías en 1 Re 19). En Ex 32 se cuenta lo que sucede en el campamento: aquí se reduce a la información breve de Dios.

9,10 Según Ex 24,4, escribe Moisés las primeras losas de piedra; según Ex 32,16, las losas son hechura y escritura de Dios. Dt adopta la segunda versión, que intensifica por contraste el delito. La "asamblea" sugiere un contexto litúrgico.

9,12 Conserva la expresión "tu pueblo" en boca de Dios, pero no explota el juego de posesivos como Ex 32. El ídolo es "hechura" humana.

9,14 Conserva el verbo "déjame", capital en la intercesión de Moisés en Ex 32,9-14, diferida aquí. Cambia el adjetivo de "pueblo grande" que hace referencia a la promesa patriarcal en Ex 32.

9,16 Falta la parada y el diálogo con Josué: Ex 32,17-18.

9,17 Rompiendo el protocolo escrito, la alianza queda anulada: el pueblo es testigo mudo.

9,18-19 Esta segunda cuarentena, penitencial, es adición del autor. Con ella sustituye aquí la súplica de Moisés. Pero añade que el Señor "escuchó" la súplica sin palabras.

9,20 Parece adición este dato sobre Aarón, que responde mejor al relato de Ex 32, donde Aarón era el principal culpable.

9,21 Segundo gesto dramático, descrito con detalle y con rapidez. No ha quedado rastro del pecado y es posible recomenzar; según Ex 32,20 da a beber las cenizas al pueblo pecador. Pero Moisés se interrumpe con tres referencias escuetas y con la segunda rebeldía importante, dejando pendiente la renovación de la alianza, como suceso final.

9,22 Alusión a Ex 17 y Nm 11. * = Estallido, Tentación y Tumbas de Avidez.

9,23  Es el episodio de los exploradores, del que ha hablado ya en el cap. 1

9,24 Con el recuerdo se remonta Moisés al tiempo de Egipto, donde comienza la rebeldía del pueblo. Nm 14.

9,26-29 La intercesión, densa de argumentos, vale para la entera serie de rebeliones: Moisés apela a la alianza, la liberación, la promesa patriarcal, el honor de Dios ante las naciones. Empieza y termina diciendo "tu pueblo", convencido de que la elección sigue vigente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario